La cantinela de “toma vitamina C” para no tener resfriados ya es sólo un mito que se ha extendido desde hace años y que aún perdura. Es el momento de desterrarlo pero no de dejar de tomar esta vitamina esencial para nuestro organismo, ya que es uno de los nutrientes más importantes: un fuerte antioxidante que reduce el riesgo de que suframos infecciones, esencial para el desarrollo y mantenimiento de nuestro cuerpo. Su déficit produce escorbuto, una enfermedad caracterizada por la hinchazón y el sangrado de las encías; anemia, debilitamiento muscular y de cartílagos, que ocasiona mucho dolor.
Ya te decía hace unos días que esta vitamina no te iba a servir para prevenir los resfriados pero que te iba a contar para qué servía. El responsable de la influencia de la vitamina C o ácido ascórbico y el resfriado se llamaba Linus Pauling, un bioquímico que fue premio Nobel dos veces. En 1970 publicó un libro titulado Vitamin C and the common cold (La vitamina C y el resfriado común), entusiasmado por los resultados obtenidos por otro bioquímico norteamericano, Irwin Stone, que publicó una serie de trabajos demostrando que el ser humano es uno de los raros mamíferos que no tiene capacidad de producir en el hígado el ácido ascórbico. Linus Pauling creyó entonces que altas dosis de vitamina C sería la panacea para curar multitud de enfermedades, incluyendo el cáncer. Uno de los párrafos más controvertidos del libro es el siguiente: “El total de síntomas asociados a la falta de vitamina C van desde alergias, anemia, amigdalitis, artritis reumatoide, arterosclerosis, irritación de garganta, bronquitis, cáncer, cataratas, cefaleas, diarrea, dolor abdominal, dolores en articulaciones, dolores musculares, encías sangrantes, escalofríos, faringitis, fiebre, fiebres reumáticas, hemorragias, hepatitis, herpes labial, infecciones agudas y crónicas, infertilidad, intoxicaciones, laringitis, malestar general, meningitis, neumonía, otitis media, resfriados, rinitis, ronquera, tos, vómitos, sarampión, hasta enfermedades cardiacas, enfermedades renales, enfermedades vasculares periféricas, enfermedades relacionadas con la edad avanzada, deterioro del sistema inmunitario y las enfermedades degenerativas del sistema nervioso”. Evidentemente, la idea que promovió Pauling, de elevar las dosis de vitamina C de forma prolongada para prevenir varias enfermedades, siempre fue causa de controversia.
Desde entonces hasta la fecha se han realizado casi una treintena de estudios científicos y ninguno ha demostrado la eficacia de la vitamina C contra el resfriado. Pero no por ello hay que dejar de ingerirla.
Molécula de vitamina C
Samuel Campbell, biólogo de la Universidad de Alabama (EE UU), ha estudiado la respuesta de esta vitamina sobre nuestro organismo y ha señalado que su consumo tiene un efecto desestresante, ya que actúa sobre la respuesta de la glándula adrenal al estrés, reduciendo los niveles sanguíneos de cortisol, la hormona que fabricamos en situaciones de emergencia y que, producida de forma crónica, puede anular nuestras defensas y exponernos a todo tipo de enfermedades. A la vista de sus hallazgos, Campbell postula que nuestros ancestros tenían una dieta tropical rica en frutas que les aportaba una dosis muy alta de vitamina C. Y defiende que “la constitución fisiológica que hemos heredado podría hacer que, para mantenernos sanos en un entorno cambiante y estresante, necesitemos dosis de vitamina C mucho más elevadas de las que figuran en las cantidades diarias recomendadas (CDR)”, que legisla cada país basadas en recomendaciones generales de la FAO y la OMS. En el caso de la vitamina C, en España la dosis diaria recomendada actualmente es de 80 miligramos.
Se ha estudiado también el efecto de la vitamina C en las personas hipertensas. Según un estudio de la Universidad de Oregón, EE UU, un suplemento de 500 mg de vitamina C al día reduce la presión arterial en personas con tensión alta.
El ácido ascórbico es esencial para la buena salud de nuestra piel: contribuye a la curación de las heridas y evita que el ADN de la piel se dañe por la radiación ultravioleta procedente del sol.
Otro estudio afirma que ingerir vitamina C cada día resulta tan beneficioso para el sistema cardiovascular como hacer ejercicio asiduamente.
Algunos tipos cáncer también podrían mejorar con altas dosis de esta vitamina.
Por todo ello y, aunque no nos ayude contra los resfriados no debemos dejar de tomarla.
¿Son los cítricos los que contienen más vitamina C? Siento daros una mala noticia, pero no, no son los que tienen más ácido ascórbico, aunque sí llevan, sí.
Los alimentos que más vitamina C contienen son:
- Acerola: 1.000 a 2.000 mg/100 gr
- Guayaba: 228 mg/100 gr
- Grosella: 200 mg/100 gr
- Pimiento rojo: 190 mg/100gr
- Perejil: 120mg/100 gr
- Kiwi: 93 mg/100 gr
- Repollo: 93 mg/100 gr
- Brécol: 89 mg/100 gr
- Coles de Bruselas: 85 mg/100 gr
- Fresas: 80 mg/100 gr
- Zumo de naranja: 135 mg/250 ml
Así que, además si quieres darte un buen chute de esta vitamina, los laboratorios Forté Pharma nos ayudan con un complemento nutricional a base de extracto de acerola, un fruto exótico de Las Antillas con un contenido en ácido ascórbico elevadísimo. Eso sí, tampoco te pases: aunque no se almacena en el organismo y el exceso se elimina por la orina, el consumo elevado se asocia a molestias digestivas.
Forté Acerola, 14,14 euros/60 cápsulas.