Un 30,8% de los trabajadores sufre fatiga mental: éste es el resultado de un estudio realizado por HGS, una consultoría especializada en aportar soluciones de bienestar. Según el trabajo realizado entre 80 empresas de diversos sectores, además de este problema, han detectado también que los trabajadores sufren de dolores de espalda, de cabeza, sensación de sequedad en las mucosas, membranas y piel e irritación de garganta y nariz.
Más de un cuarto de la población española sufre fatiga mental, además de otros problemas asociados al trabajo. Este estudio de la consultora HGS afirma que, además de ese 30,8% de trabajadores con fatiga mental, un 35,6% de los encuestados dice que tiene escozor de ojos; dolor de espalda, un 31,7%; dolor de cabeza, un 23,1%; el 15,4%, sequedad en mucosas, piel y membranas y un 12,5%, que tiene irritación de garganta y nariz. Sólo un 36,5% afirma que no tiene ninguna dolencia.
Con esta perspectiva, es verdad lo que dice aquella canción de Luis Aguilé: es una lata el trabajar… Sin embargo, y a pesar de que la mayor parte de los “currantes están hechos una ruina”, casi nadie (94,2%) se coge una baja. ¿Por qué si tienen tantos problemas? Puede haber dos causas: una, el miedo a perder el trabajo, que con esta crisis no está la vida como para ponerse malo, y dos, según Mónica Font, de HGS, “es posible que los trabajadores hayan desarrollado durante estos años de crisis una mayor resistencia antes de recurrir a la baja”. O sea, que la crisis nos ha hecho más fuertes… ¡No hay mal que por bien no venga!
La fatiga mental es un mecanismo regulador del organismo que se da principalmente en los trabajos intelectuales que requieren una gran concentración, y la suelen sufrir las personas que tienen exceso de trabajo. Posee un gran valor adaptativo porque lo que indica es que hay que descansar. Lo malo es cuando no se puede hacer…
Lo que produce en el organismo la fatiga mental es: irritabilidad, inestabilidad emocional, ansiedad, estados depresivos, alteraciones en el sueño y alteraciones psicosomáticas, como astenia, mareos, dolor de cabeza, dolores musculares, problemas digestivos, alteraciones cardíacas, etcétera.
Me diréis: sí, eso es lo que yo tengo pero ¿qué hago? ¿cómo lo combato? Lo mejor es organizarse el tiempo y el trabajo para desconectar un rato. Si nos marcamos estas metas y hacemos varios descansos al día, llegaremos al final de la jornada mucho más relajadas. Si durante esas pausas se puede salir a la calle, darse una vuelta y desconectar de los problemas laborales, sí que habremos conseguido desconectar de verdad. Y ¡nada de llevarse a casa los problemas del trabajo! Si apagas el móvil, mejor, y el fin de semana, nada de pensar en el trabajo: dormir, salir al campo, al cine, estar con la familia o los amigos, hacer algo de deporte o dedicarte a hacer bricolaje… ¿Te apuntas? Yo ya sé lo que voy a hacer el próximo fin de semana.