Llegó el día de mi cita en la óptica de Alain Afflelou, y la verdad es que crucé el umbral con bastantes dudas. Llevo casi 11 años con mis gafas de lentes progresivas puestas para todo, de cerca y de lejos. Pensaba que las lentillas no eran una opción para la presbicia. Sin duda, mis propias gafas no me dejaban ver más allá. Desconocía la existencia de las lentillas progresivas y desechables.
Sinceramente me asombró la sencillez del protocolo de adaptación y la profesionalidad del personal dentro de la óptica. Nunca pensé que fuera tan fácil todo el proceso, ni que se había avanzado tanto en el tema de las lentillas.
La optometrista de Alain Afflelou me hizo una revisión visual en toda regla, con las mismas pruebas y aparatología que en la consulta de mi oftalmólogo. Se llama Programa Optométrico Personalizado POP, está adaptado a cada edad y problema visual. Y cuando te hacen el POP ya no hay stop. En el mismo momento que había obtenido mi graduación exacta, la optometrista abrió un armario y sacó las lentillas progresivas oportunas para mí. Sin esperar nada más, todo un avance.
Dentro de una tranquila cabina y sentada frente a un espejo me explicó con amabilidad los gestos necesarios para colocarlas y así lo hizo. Con las lentillas puestas, me dijo: “parpadea, sal a la calle a dar un paseo y vuelve en media hora”. Había empezado mi periodo de adaptación, sin gafas.
No me lo podía creer, al abrir los ojos podía ver con normalidad. Fue salir de la óptica y meterme en una tienda cercana, tan normal… Bueno, liberada de las gafas y a cara despejada. Lo debí ver todo bastante claro porque me compré una blusa y un suéter, y volví tan contenta.
“¿Algún mareo?” me preguntó mi asistente personal en Afflelou. “Ni uno”, respondí. Ni al pasar la tarjeta en la tienda, pensé yo.
En casa, no fue tan fácil. Claro, no estaba Vanesa, mi óptica favorita. ¡Cuánto la eché de menos ese día que la lentilla de mi ojo izquierdo no quería salir !
Al volver a revisión a la semana siguiente, después de mirarme y remirarme los ojos con diferentes aparatos, me dijo que tenía el ojo un poco seco y sensibilizado. Claro, será de tanto fijar la vista en el ordenador, en el móvil, en la tele, en el cine… Me recomendó probar unas mágicas lágrimas artificiales y con ellas, todo se suavizó.
Después de 2 semanas, me quito y me pongo las lentillas que da gusto. Una experiencia increíble volver a ver la vida sin gafas. Bajo la lluvia, sin que se te mojen los cristales de las gafas…y ver como se borran esas marcas rojas que señalan el puente de las gafas a ambos lados de la nariz. En fin, una gozada y con todo el campo visual al completo.
Mis lentillas progresivas se llaman L´Éphémère Fusión y sólo cuestan 1 euro al día.