Sabemos muy bien que la limpieza del rostro es la rutina de belleza imprescindible de la que depende, en gran medida, el buen estado del cutis. Pero ¿conocemos realmente cuál es el producto más adecuado para nuestro tipo de piel? Aprende a escoger el cosmético limpiador ideal para ti y cómo aplicarlo, será el primer paso para una piel sana y bonita.
La limpieza facial es el puntal básico para mantener un cutis joven y cuidado. Cualquier tratamiento aplicado sobre una piel limpia ve maximizada su eficacia. Y al contrario, usar cosméticos, por buenos que sean, sobre una piel que no se ha limpiado adecuadamente, impedirá que desplieguen todos sus beneficios. Sin embargo, la limpieza también es el paso del cuidado facial que más pereza nos da: usar el cosmético correcto agilizará el proceso y lo hará más efectivo.
- Crema limpiadora y tónico: Es el método clásico de limpieza facial, que arrastra el maquillaje muy bien y da una sensación confortable en la piel. Se extiende la crema o leche limpiadora, que emulsiona la suciedad y el maquillaje, y se elimina con un algodón empapado en tónico. Sin embargo, sólo es apto de manera continuada para pieles muy secas, porque deja un residuo graso en el cutis y no es eficaz eliminando el exceso de sebo o las células muertas.
- Aceite: Al igual q las cremas, arrastran muy bien el maquillaje, y por ejemplo son útiles en caso de productos waterproof, pero deben complementarse con otro producto limpiador de base jabonosa después, para eliminar la suciedad hidrosoluble que el aceite no consigue quitar. La doble limpieza, propia de los rituales de belleza japoneses, utiliza en primer lugar un aceite, que se complementa después con otro producto limpiadoraclarado con agua.
- Jabones, espumas y geles: Las pieles grasas y mixtas suelen preferir productos jabonosos para la limpieza facial, porque los jabones, en cualquiera de sus presentaciones, permiten disolver en agua el exceso de sebo y dejan la piel muy fresca. Hay que tener en cuenta que sean productos formulados específicamente para el rostro y que no resulten agresivos ni alteren el pH cutáneo.
- Agua micelar: Es la última incorporación a la gran familia de la higiene facial, un líquido transparente que limpia, tonifica e hidrata en un solo gesto. Funciona gracias a las micelas, unas moléculas capaces de atraer y absorber la suciedad, tanto la grasa y el maquillaje como el sudor o las impurezas. Se utiliza empapando un algodón y dando pequeños toques en todo el rostro, sin arrastrar. Es apta para todo tipo de pieles y es muy bien tolerada por los cutis más sensibles.
- Toallitas desmaquillantes: Son nuestras mejores aliadas cuando hay prisa, pero no deberían convertirse en el método de limpieza diario, por lo menos no por sí solas. Pueden usarse para retirar el maquillaje de manera rápida y luego complementar la limpieza con un gel o jabón. Incluso cuando el tiempo apremia, es conveniente aclarar el rostro con agua después de su uso.
La elección dependerá de las necesidades de cada cutis y de las preferencias de cada usuaria, pero conocer los puntos fuertes y flacos de cada cosmético nos hace más fácil encontrar el ideal para cuidarnos.
¡Una piel limpia es una piel bonita!