¡Todo el mundo a aguzar la mirada! ¡A dejar bien limpias las gafas de leer! La cosmética natural se caracteriza por huir como de la peste bubónica de ciertos ingredientes en tela de juicio –o directamente chungos-. No así toda la cosmética convencional, frecuentemente enjuiciada por sus formulaciones. Para que sepa cuáles son los ingredientes en entredicho y pueda tomar mejores decisiones en base a la información, elaboramos una Lista Negra dividida en dos post –para facilitar la digestión de tanto mal trago- . Quizá le interese evitarlos, sin alarmismos, según la gravedad de cada efecto secundario.
PRIMERA PARTE
ACEITES MINERALES
No se deje despistar: ‘mineral’ no significa propio de la naturaleza, sino derivado del petróleo.
¿Por qué se emplea? Porque no deja de ser atractivo para un fabricante. El coste es bajo, impide la proliferación de bacterias y proporciona un acabado fino y sedoso. ¡Magia! El lado oscuro no es tan halagüeño: tapona los poros, bloquea la respiración de las células y extrae la humedad de la piel. Y no es todo. Para colmo, los derivados del petróleo crean adicción, con lo que la piel aparece más reseca y deshidratada cuando se deja de usar el producto.
Por sus nombres, le conocerá: Mineral oil, Paraffinum, Paraffinum liquidum, Petrolatum, y cualquier compuesto con las palabras Paraffin o Petroleum. También son derivados del petróleo las siliconas: Silicone quaternium y Methylsilanol, y suelen estar detrás de “cera microcristalina”, Ozokerit, Ceresin, incluida la Vaselina.
¿Alguno especialmente ‘diabólico’? El glicol propileno, en principio una sustancia que ayuda a retener la humedad de la piel y mejora el tacto, en segundo y menos publicitado término, un compuesto relacionado científicamente con dermatitis de contacto, trastornos del riñón e hígado, irritante de piel y ojos e incluso agresivo para el sistema nervioso central. Diga no al glicol propileno.
COLORANTES
Un color bonito funciona como gancho de compra. Ni usted ni yo compraríamos con gusto un producto de color dudoso, mucho menos si se trata de cosmética para el rostro o las uñas.
Para algunos fabricantes, el sensato camuflaje va reñido con la salud más elemental. Sí, hay colorantes directamente cancerígenos, capaces de alterar el ADN. ¿Cómo reconocerlos? Porque sus denominaciones incluyen las sílabas anilin o anilid, como el Acetanilid, estos son considerados colorantes altamente tóxicos. Algunos agentes colorantes tienen una estructura molecular tan complicada, que se les han dado iniciales o nombres fáciles para simplificar su denominación. Tales son: las iniciales HC como HC orange 3, o Acid como Acid Red 73, o Pigment como Pigment Green 7, o Solvent como Solvent Black 3.
SUSTANCIAS HALOGENORGÁNICAS
No contentas con causar alergias y, posiblemente, cáncer, contaminan el medioambiente. Hablamos de las combinaciones de cloro, bromo e iodo, como Aluminium Chlorohydrate, Methyldibromo Glutaronitrile, Iodopropynyl. Es necesario subrayar que hay que confudir cloro-bromo-iodo con “chlorid, bromid y iodid”, que suelen ser componentes inocuos de sales.
PEGS: POLYETHYLENGLYCOL
No confundir con los PEGs –abreviatura de glicol polietileno-, que son emulgentes que se utilizan para cuajar agua, grasa o detergentes; sustancias no tóxicas pero que contribuyen a eliminar la barrera de protección natural de la piel, con lo que queda más expuesta y por tanto, es más vulnerable y receptiva a cualquier otra cosa que se le ponga. Incluido lo nocivo. Por eso no se permite utilizar más de 5 PEGs, pero la cosmética convencional suele abusar de ellos.
Lo reconocerá por: las siglas PEG seguidas de un número que indica su peso molecular, pero también se las reconoce por las letras eth al final como es el caso de steareth, ceteareth o sodium laureth sulfate. Este último es el principal ingrediente en jabones, geles y champús, y no debe confundirse con el “sodium lauryl sulfate”. Es un detergente muy irritante que, por el simple contacto con la piel, se absorbe y se almacena en los tejidos del corazón, el hígado, los pulmones, los ojos y hasta el cerebro.
Otro químico extremadamente peligroso es la diethanolamine (DEA). Y eso que se trata de una base detergente y espesante que figura en la etiqueta de más de 600 productos cosméticos y para el hogar. Sobre esta sustancia el doctor Samuel Epstein -profesor de Salud Ambiental de la Universidad de Illinois (Estados Unidos)– afirma que, aplicada en repetidas ocasiones sobre la piel de ratas, aumenta exponencialmente la incidencia de cánceres de hígado y de riñón. Afirmaciones sobre su peligrosidad que serían corroboradas por John Bally -supervisor de la División de Cosméticos de la Food and Drugs Administration o FDA (la “Agencia del Medicamento” estadounidense)- al reconocer que diversos estudios han establecido el riesgo que implica una exposición continua a ella, especialmente en el caso de los niños.
FRAGANCIAS ARTIFICIALES
Tan baratas, tan bienolientes, tan presentes en casi todos y casi cada uno de los productos que utilizamos todos los miembros de la familia… Pero, ¿dónde reside el peligro? En que son bioacumulativas, es decir, que suman y siguen, incrustadas en algún lugar del organismo donde pueden producir trastornos en los sistemas reproductor y endocrino, además de dolencias menos aparentes como dolor de cabeza, mareos, tos, manchas oscuras en la piel, pérdida de concentración… Lo ‘mejor’ es que jamás se le ocurriría a nadie asociar estos males con el champú o el desodorante.
A tener en cuarentena: el Acetyl Hexametyl, que incide sobre el sistema nervioso. El Benzyl Alcohol insensibiliza la piel. Y el Bromocinnamal resulta irritante para la piel. Una de las más utilizadas es el tonalide. Hay que tener en cuenta que en la fabricación de antitranspirantes se utiliza frecuentemente el Aluminium Chlorhydrate, que puede resultar muy irritante y se cree puede causar Alzheimer.
¿Pasmada? ¿Horrorizada? ¿Con incomprensibles ganas de más?
Continuará…