Es publicarse un informe de la OCU (Asociación de Consumidores y Usuarios) y armarse la marimorena. Ahora ha puesto el foco en las cremas antiarrugas y según su último y cuestionado estudio la mayoría no consigue eliminar las arrugas, y las que aportan resultados más satisfactorios son, en general, las más económicas. Stanpa (Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética) no ha tardado en reaccionar, defiende la eficacia de las cremas antiarrugas y pone en duda la metodología utilizada. La polémica, queridas amigas, está servida.
Y no es para menos porque el informe es un auténtico bofetón a la industria cosmética. La OCU quería demostrar hasta qué punto las antiarrugas son eficaces y para ello escogieron 14 productos de diferentes marcas: de gran consumo, marcas blancas, de parafarmacia y de alta perfumería. Las analizaron en laboratorio y 995 mujeres las probaron “en condiciones controladas frente a una crema estándar durante 4 semanas”.
Midieron el día cero y 4 semanas después “con aparatos y análisis de imágenes” para ver los cambios en la profundidad de las arrugas y la hidratación, comparando cada producto con uno estándar de eficacia conocida. Sus conclusiones: sólo 2 reducen las arrugas y en el resto apenas se nota la diferencia. Respecto a la hidratación, 3 de las 14 hidratan poco.
Según ellos la más eficaz es la más barata: Cien Crema de Día Q10 de Lidl que cuesta 2,99 euros y que encabeza el ranking con 64 puntos sobre 100. Le sigue, con 61 puntos, Eucerin Hyaluron Filler Pieles normales a mixtas. La OCU denuncia que aunque cumplen la ley de etiquetado, “prometen más de lo que hacen” y que los “ingredientes mágicos” no están en las concentraciones necesarias para surtir efecto.
Ante estas acusaciones Stanpa, la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética ha salido rápidamente al paso y “defiende la eficacia de estos productos, así como el rigor con el que la industria los desarrolla. Los consumidores pueden tener la seguridad de que las reivindicaciones de un producto cosmético corresponden a la realidad que ofrece. Cada producto que se pone en el mercado ha de pasar por unas exhaustivas evaluaciones de seguridad y de eficacia reguladas a nivel europeo”.
Para la asociación española el precio está directamente relacionado con la innovación de las activos y formulaciones que hay detrás del producto. Un trabajo de investigación “de centenares de expertos dermatólogos, químicos, ingenieros, farmacéuticos y biólogos no puede ser menospreciado”.
Y pone en duda la metodología utilizada en el estudio porque las cremas valoradas no son iguales ni actúan sobre los mismos signos. Denuncian que el estudio “utiliza una metodología de análisis apenas descrita y explicada con expresiones como que se han realizado ‘mediciones con distintos aparatos’ para asegurar que las cremas antiarrugas hacen poco. La organización de consumidores analizó los productos en un laboratorio fuera de España del que no ofrecen ninguna información ni referencia”.
Parece que el estudio no es todo lo exhaustivo y riguroso que cabría esperar dada la polvareda que ha levantado. Está claro que la OCU no ha descubierto nada nuevo. Los milagros no existen y una crema antiarrugas no borra de un plumazo los signos del paso del tiempo sobre la piel, pero sí se consiguen resultados a largo plazo -más allá de esas 4 semanas- si eres constante en el cuidado de tu piel. ¿Que hay cremas excesivamente caras para lo que ofrecen?, sin duda.