Cuando se tiene cáncer de mama lo más importante es curarse, claro, pero el buen aspecto físico es clave para que no decaigan el ánimo, las fuerzas y el empeño para recuperarse. Una de las consecuencias más visibles de la quimioterapia como es la caída del cabello podría evitarse con un tratamiento en pruebas que congela las céculas del cuero cabelludo.
La idea no es nueva, ya se sabía que al aplicar frío sobre el cuero cabelludo, las células se congelan, quedan dormidas y se evita que los folículos pilosos absorban la quimioterapia y el pelo se caiga. Se había hecho aplicando bolsas de hielo directamente sobre la cabeza, pero esto producía quemaduras y fuertes dolores de cabeza, además el frío no era uniforme en toda la cabeza, con lo cual no se conseguían buenos resultados.
Esta novedosa tecnología japonesa -curioso, porque Japón es uno de los países con menos incidencia del cáncer de mama- es una especie de aparato de aire acondicionado que tiene en el extremo un gorro de silicona con unos sensores que van bajando la temperatura del cuero cabelludo de manera progresiva hasta los 5 grados. Después se cubre con otro casco de neopreno que salva las orejas. Unos 20 o 30 minutos antes de comenzar a administrar la quimioterapia, se coloca del casco y se comienza a bajar la temperatura. Una vez acaba el tratamiento, se mantiene más o menos según el peso corporal y el tipo de fármaco que se administre.
En el Centro de Patología de la Mama-Fundación Tejerina están en fase de pruebas y en unos meses comenzarán un estudio clínico a nivel auropeo. Se ha evaluado en 6.000 mujeres de todo el mundo y un 83% de ellas no han perdido el cabello, sí puede suceder que cambie un poco la taxtura, se vuelva más fino y débil, pero no se cae. En la Fundación Tejerina han comenzado con dos mujeres y ninguna de las dos ha perdido el cabello después de la primera sesión de quimio, tampoco han tenido dolores de cabeza ni quemaduras. Está contraindicado en pacientes con enfermedades sanguíneas o enfermedades del cuero cabelludo.
Conocemos este avance esperanzador al mismo tiempo que salta a los medios una notica que pone de bastante mal humor -por ser fina-: en la Comunidad de Madrid unas 30.000 mujeres no han podido realizarse las mamografías preventivas por un retraso en las citaciones, porque claro, éstas pruebas están transferidas a clínicas privadas. Señores de arriba, ¡no jueguen con nuestra salud! De la detección precoz dependen nuestras vidas. Al final todo, la salud también, depende del dinero. Dinero para investigar, dinero para una sanidad pública de calidad, y dinero para poder pagar algunos tratamientos como éste, generalmente de la medicina privada, que pueden parecer accesorios pero que ayudan a luchar contra la enfermedad con más autoestima.