Después de 19 años de andadura o nadadura, Caldea inúugura espacio wellness : Inúu. Bañado por unas bellas piscinas de diseño en forma de embrión y un centro de masajes, terapias orientales y tratamientos de estética regados con cosmética Terraké y Just Bio by Caldea.
Inúu nace como una zona VIP exclusiva que viene a completar su clásico espacio termolúdico apto para todos los públicos. Supone un baño de lujo y sensaciones, mucho más íntimo, incluso dispone de un spa privado para dos personas o grupos pequeños. Es como una pequeña burbuja dentro de otra más grande.
El viaje comenzaba en jueves y acababa en viernes. La ida: volar ( es un decir) en AVE de Madrid a Lleida, tomar el bus privado hasta Andorra, ir de compras, asistir a la fiesta de inauguración, escuchar los discursos de las autoridades competentes, tomar cerveza andorrana infumable. Ver la preciosa coreografía acuática de Gemma Mengual y otra nadadora anónima, cenar con algunas compañeros de prensa de Madrid y Barcelona.
Al día siguiente, amanecer temprano para probar el circuito de aguas, conocer el centro, probar el relax por todos sus rincones, mirar las nubes en el spa a cielo descubierto, mientras se divisan las cimas nevadas de las montañas. Disfrutar de todos los jets, camas de burbujas y cuellos de cisne de las piscinas termales. Después de un tiempo indeterminado, observar como las yemas de los dedos se arrugan de tanta inmersión, y vuelta a los vestuarios para ir diciendo adiós a este oasis.
La última ducha, guardar el bañador mojado en una bolsa de plástico dentro del bolso, comer en albornoz con vistas a la zona de aguas hasta que el reloj marca la hora de marchar. Bajar las escalinatas de Caldea y tomar el mismo bus, pero esta vez a Barcelona, y ya a un ritmo uniformemente acelerado para coger el AVE de vuelta a Madrid: por los pelossss, corriendo maleta en ristre para no perderlo. ¡Qué estrés!
Encontrarse nada más llegar a Madrid en la desordenada cola del taxi con Ramón Langa poniendo en órbita al personal con la potente voz de Bruce Willis. Por fin en el taxi, empezar oyendo el partido de fútbol por la radio. Ronaldo ya había metido un gol. El paraíso de Inúu quedó rapidamente atrás, al menos geográficamente hablando. Pero en mi memoria permanecerá mucho más tiempo. Su imponente arquitectura al borde de las montañas nevadas y el calor de sus aguas y múltiples chorros a presión no se olvidan tan facilmente. Menudo baño de sensaciones.
Además de poder optar por varios platos del exquisito menú del chef del restaurante Deimos, teníamos la opción de elegir la experiencia cuerpo-mente que nos apeteciera. Casi todo el mundo había elegido la experiencia sensorial con masajes y aceites aromáticos. Otra compañera y yo, fuimos las únicas en tirarnos de cabeza a la sesión acuática: activa y pasiva fifty-fifty, gimnasia dentro del agua y un masaje fluctuante con flotadores en los pies.
Una experiencia que disfrute al máximo hasta que Pablo, el fibroso instructor colombiano que lo impartía empezó a desconectarse del masaje llamando a alguna de sus compañeras con gestos mudos que me hicieron salir de mi estado de relajación total de forma progresiva. Fue entonces cuando abrí los ojos y pude ver como en ese momento había un operario encima de las cristaleras con un enorme rollo de papel y otros aperos de limpieza. A partir de ese momento, se perdió la magia. Menos mal que la hora de tratamiento casi había acabado. Es muy importante que el masajista no rompa ese cordón umbilical invisible y se comprometa al 100% con la persona que tiene en sus manos hasta el final. Fue bonito mientras duró y lo recomiendo. Pero no duró todo lo que debería haber durado. Lástima.
Después de acabar la inmersión estaba agotada, relajada, aguada y deshidratada a un tiempo. Me fui muerta de hambre y sed a la oscura y caliente sala de relax, donde me dieron un té frío y un bol con nueces, que me bebí y comí con algo de ansiedad y bastante debilidad. Mientras mi cuerpo se Caldeaba en unas suaves tumbonas de madera, pedí un albornoz seco y me dirigí a la taquilla, que abría su puerta gracias a la pulsera súperdiversión que me habían dado al entrar al recinto, en ella se guardaban secretamente todos mis datos, el tratamiento recibido y lo consumido. Elegí un número fácil de recordar ya que en la pulsera no ponía absolutamente nada.
No creo conveniente decir la marca del bikini que llevaba, ni de la ropa o los zapatos que me puse para los diversos actos del viaje. ¿Por qué? Porque no soy una ego-blogger. Lo mío es informar sobre lo que ví, sentí y pude probar. Por cierto, las chanclas y el albornoz están incluidos en el precio.
Aunque si quieres bucear en todas las posibilidades de su variada carta de tratamientos puedes visitar su recién estrenada web:
Inúu.
Abierto al público desde el 15 de enero de 2013.
Horarios: de 10 de la mañana a 10 de la noche
Cierra el 25 de diciembre nada más.
Reservas: booking@caldea.ad
Tel: 902 932 025 / 376 800 995
Precios: entrada sin experiencia: 65 euros por persona . Con experiencia pueden ser entre 135 euros y 313 euros, dependiendo de la temática y el tiempo de duración.