Hasta ahora sabíamos que el hecho de que el sudor se convirtiera en un insulto para las pituitarias se debía a las bacterias que está alojadas en la zona de la axila, bien por falta de higiene o bien por el consumo de algunos alimentos o medicamentos. Luego hay otro nivel, las personas que padecen osmidrosis o bromhidrosis, un problema mucho más serio que hace que por mucho desodorante, antitranspirante o perfume que utilicen y a pesar de que se laven casi constantemente, el mal olor permanezca la mayor parte del tiempo.
Pero ahora, nos enteramos de que el quiz de la cuestión puede estar, como el de muchas otras cosas, en los genes. Según un estudio dirigido por el doctor de Genética de la Universidad de Bristol (Reino Unido) Santiago Rodríguez y publicado en Journal of Investigative Dermatology, hay una parte de la población cuyas axilas están libres de olor gracias a la alteración de un gen llamado ABCC11.
La investigación se hizo en 6.500 mujeres y de todas ellas, el doctor Rodríguez sólo encontró esta alteración del gen en el 2%, lo que hacía que sus axilas no produjeran ningún tipo de olor aunque sudaran. Para estas mujeres, el uso de desodorante es absolutamente innecesario aunque en su mayoría, como también se desprende del estudio, siguen utilizándolo, en concreto el 78%. Podrían borrar ese gesto y ese gasto de su vida cotidiana porque por mucho que suden, no desprenderán ningún olor desagradable. ¿Crees que estás en este privilegiado grupo?
Pero el asunto es todavía más asombroso aún, porque esta variante genética está presente en casi todos los asiáticos, el 90% de la población de ojos rasgados no desprende mal olor. Pero allí son conscientes, y la mayoría de los que no necesitan desodorante, no lo compra, cuestión cultural. Aunque tiene que ser complicado pertenecer al 10% restante de los asiáticos que si tienen que luchar contra el mal olor.
Si crees que puedes ser de es@s privilegiad@s, parece que la cera de tus oídos puede darte la clave. Sí, lo siento, quizá hoy los temas de los que hablo no son demasiado agradables pero estas secreciones están ahí. Según los expertos, el gen del olor en las axilas es el mismo del cerumen del oído. Es decir, quienes tienen la variante genética del no olor tienen un cerumen seco, en vez de pegajoso. Revisar la cera del oído podría ser un buen indicativo de si la persona produce o no mal olor.
Aunque para no tener que analizar fluidos, según los responsables del estudio “una simple prueba genética podría ahorrar compras innecesarias y la exposición química”.
¿Qué os parece?