Una canción de Joaquín Sabina casi siempre es un poema de amor verdadero o desamor hasta los huesos. Esta nos llega desde el top ten del verano de 1990, del siglo pasado. Todo un clásico revisitado y fundamental para preguntarse por los múltiples derroteros del amor romántico.
Y sin embargo, te quiero por Joaquín Sabina es una canción de amor de esas que calan hasta el fondo, tanto en la memoria individual como colectiva, de las que te dan bofetadas punzantes en tu propio corazón. Versos que se pasean al borde del abismo y los interminables pasillos del amor y el desamor más cruel.
Advierto que hay amores de verano que duran para siempre.
Sí, señores y señoras. Esto se está poniendo peor que Cine de Barrio. ¡Qué penita me da ver como nuestras neuronas nos atrapan el corazón entre recuerdos imborrables, moldeados por nuestra mente mentirosa! No te engañes, la melancolía no es buena compañera, ni siquiera la Calle Melancolía por muy buena canción que sea. Hay canciones que deberían venir acompañadas de una recomendación médica o psiquiátrica porque pueden ahogar a los amantes del pasado en tenebrosos pozos sin fondo.
Es el peligroso romanticismo en estado puro ese delirio ultrasensible que remueve el corazón sin saber porqué ni de quién realmente te has enamorado. Las flechas del amor siguen disparando desde dentro afuera, aunque a veces pensemos que provienen del exterior. A menudo es la idea que nos hacemos de la otra persona y muchas veces caemos en que es una realidad inventada por nosotros mismos y nuestras ganas de amar a alguien que tal vez no nos merece ni merecemos.
Ese ni contigo ni sin ti que también a cantado Bono de U2 o ese otro contigo hasta el fin que nos empeñamos en estirar hasta la muerte en una especie de sinrazón. Claro que el amor es tan irracional como el desamor enfermizo. Sin embargo, la ciencia del amor existe y hay muchos estudios que lo han investigado porque realmente nuestros sentimientos nos dominan y nos dopaminan.
Y sin embargo, te quiero…