Tengo los pies pequeños, cada vez más pequeños, batiendo mi propia marca. Del número 36 he bajado al 35 o 35 y 1/2, y es una lata porque muchos fabricantes de zapatos lo consideran pie de niño y el otro día en una zapatería no podía acceder a un montón de bailarinas que me gustaban porque no se hacen en el 35. El sueño oriental de los pies de loto, se ha convertido para mí en pesadilla a la hora de encontrar la horma adecuada de sandalias y zapatos.
Una contrariedad que me impide seguir de cerca el paso de la moda, pero sin pasar por la tortura del tremendo ritual Gin Lien para la reducción de pies al que se sometía a las niñas chinas a partir de los 4 años. Sus propias madres de mirada oblicua eran las que vendaban los pies a sus hijas, doblando los 4 dedos pequeños sobre la planta hasta conseguir que midieran unos 7 centímetros!!!.
Los pies siempre han sido símbolo de belleza y cuantos más pequeños más bonitos. El sufrimiento era atroz, tan atroz como para muchas mujeres caminar sobre tacones hoy día. Los podólogos saben bien los problemas que causan los zapatos altos en los pies, tampoco es que diga que las deportivas son la panacea porque tampoco es así. No quiero poner fotos de cómo quedan los pies después de toda una vida llevando zancos porque son demasiado feas, tan feas como los pies deformados de las bailarinas de ballet.
Yo soy de bailarinas de diseño, de sandalia bajita (pero no totalmente plana porque machaca mis gemelos) y en general, de poco tacón, simplemente porque mis delicados pies de loto sufren tanto como cuando me entra una china en el zapato.
Prefiero la comodidad del calzado ergonómico y las deportivas flotantes tipo MBT, que esta temporada se ha esforzado por completar su catálogo con nuevos modelos más acharolados y enguapecidos, menos mal, compatibilizar la comodidad con la belleza es también mi lema . Reconozco que me encantan los zapatones, desde los clásicos boogies de los 80 a las cuñas de esparto, porque me hacen el pie más grande.
Y claro que me gustan los tacones, tanto como las obras de arte o los espectaculos circenses de contorsionismo, pero no me veo en el papel protagonista. Me pongo tacones protocolarios cuando lo exige el guión, igual que cuando los hombres se ven en la obligación de usar corbata.
Los tacones son cada vez más altos y más omnipresentes, el fetiche crece con las tendencias de moda, tanto como la ilusión de ser más alta por llevar unos tacones de aguja. La desilusión llega al bajarse del andamio y comprobar la estatura real con los pies en el suelo y totalmente descalza. Descalza y sobre la arena es como más me gusta caminar a mí.
Las adictas a subir su talón con una aguja clavada sobre el asfalto dicen que están acostumbradas, pero en el fin de fiesta se las ve tambalearse y sacar de sus bolsos todo tipo de inventos, desde los tapones Llellé a las nuevas bailarinas plegables Party n´Go o un zapato plano de repuesto.
Yo esta temporada he descubierto las Wax ecológicas que son la pera de cómodas y en colores muy refrescantes.
Tus zapatos apuntan a tu personalidad y hablan tanto de ti como tus propias palabras. ¿Cual es la horma de tu zapato? ¿Cómo calzas tus pies en verano?