La manteca de karité es el oro de las mujeres africanas, que no es otro que el fruto de un árbol que, cuando está maduro contiene dos o tres semillas, de las cuales se extrae una especie de mantequilla de un color blancuzco que aquí llamamos manteca de karité y en inglés es conocido como ‘Shea Butter’.
El árbol del karité crece salvaje en toda la franja de África central, sobre todo en Ghana, Burkina Fasso, Malí y Costa de Marfil. Sólo al cabo de 15 años empieza a dar frutos, una especie de nueces, que al ser hervidas y machacadas, se obtiene una grasa vegetal que servía tradicionalmente para cocinar o para usos cosméticos.
La recogida de las nueces y la fabricación de mantequilla de karité es una actividad eminentemente femenina y que da trabajo a cuatro millones de mujeres en África Occidental. Sólo en Burkina Fasso se dedican a esta actividad entre 300.000 y 400.000 mujeres.
Consciente de ello, este año la cantante de Benin y superestrella africana, Angelique Kidjo, embajadora de buena voluntad de UNICEF, ha ofrecido su imagen para que se conozca mejor este tesoro tradicional. “La manteca de karité es esencial para la vida y la supervivencia de millones de mujeres y sus familias en África”.
¿Cúal es su composición?
Es muy compleja, principalmente: ácidos palmítico, esteárico, oleico, linoleico, así como triglicéridos que le otorgan una gran capacidad hidratante y emoliente. Por ello, la industria cosmética la utiliza como bases para muchos productos.
¿Los beneficios?
– La manteca de karité es un regenerador celular natural y con grandes propiedades reestructurantes y suavizantes. Así es que resulta ideal para tratar estrías, arrugas, así como protector labial, ya que es muy rica en ácidos grasos insaturados.
– Es anti-irritante, lo que conviene a las pieles con tendencia alérgica y cuperosis.
-Es también de gran interés para el cuidado de la piel masculina, para después del afeitado.
-Sobre el cabello se puede aplicar como baño o como abrillantador una vez seco. Restaura en profundidad la estructura capilar, y le da brillo, suavidad y volumen.
– Protege la piel de las radiaciones UVB y UVA.
Durante siglos ha sido el único cosmético de las mujeres africanas en esta zona de clima desértico donde hay que protegerse no solo del sol abrasador, sino del aire que seca la piel. Los niños y las mujeres para protegerse de este aire tan caliente se untan generosamente el pelo y el rostro con manteca de karité. Dicen que uno de los secretos de la la elasticidad de la piel que lucen muchas mujeres africanas, a pesar de las duras condiciones en las que viven, es por el uso continuado de karité.
Si te interesan los productos orgánicos y la cosmética natural, éste es un ingrediente básico ya que no contiene químicos, colorantes ni conservantes; está libre de derivados de petróleo; no ha sido testado con animales; es orgánico y con todas las garantías de trazabilidad. Y, aunque crea que la cosmética sostenible es la manera que tiene la industria cosmética de buscar nuevos productos, también considero que ayuda al comercio justo.
Aunque habrá quienes penséis que esto es una moda o una tendencia del momento, hay que decir que cada vez más, la industria de la belleza está apostando por un desarrollo sostenible y por unos productos orgánicos y naturales obtenidos a través del Comercio Justo. Hay firmas comerciales, como The Body Shop y L’Occitane en Provenze, que tienen programas de desarrollo en África. Les compran las nueces o la manteca a un precio justo y, además, crean guarderías y centros de alfabetización para que las madres puedan trabajar mientras les cuidan a sus hijos.
Además de la manteca de karité, ya hay muchos otros productos orgánicos producidos bajo los cánones del Comercio Justo para la industria cosmética, como por ejemplo: Aceite de Argán de Marruecos, aceite de monoï de Tahití (Polinesia francesa), aloe vera de México, aceite y agua de rosas de Irán... Y seguro que cada vez habrá más.