El otro día estuve en un desayuno informativo con el doctor Vicente Paloma Mora, cirujano plástico del Centro Médico Teknon que nos estuvo contando todo acerca de la reconstrucción o el aumento mamario con grasa autóloga –es decir, del propio paciente-, también se puede utilizar para aumentar el volumen de cualquier otra parte del cuerpo, o incluso cirugía reparadora de defectos de traumatismo o para corregir reabsorciones por envejecimiento de la cara. El doctor nos aclaró dudas y nos contó hacia donde evoluciona la técnica que sustituye al implante de silicona.
La técnica, también llamada lipolifting, consiste en transferir grasa de otra parte del cuerpo del paciente, e inyectarla en el pecho o donde se necesite (pómulos, glúteos, piernas). El traspaso se realiza en la misma sesión, la grasa que se obtiene del paciente por medio de una liposucción se separa y procesa en una máquina similar a la que se utiliza en las donaciones de aféresis para obtener sólo los adipocitos vivos. En este mismo procedimiento, se separan de la grasa proteínas del crecimiento -que se encuentran dentro de las plaquetas-, que se inyectan junto a la grasa y que hacen que la recuperación sea mucho mejor, disminuyen la inflamación, hacen que haya menos hematoma y si se produce sangrado, favorecen una cicatrización más rápida. Después, se inyecta en la parte del cuerpo deseada. Se puede realizar con anestesia local, general cuando la liposucción supere los 4.000 cc, y en muchos casos no es necesario el ingreso hospitalario.
Esta técnica se está convirtiendo en una intervención cada vez más frecuente porque sus ventajas son importantes frente al implante de silicona: se evitan posibles complicaciones consecuencia de la prótesis, no hay cicatriz, la intervención es menos dolorosa y agresiva, como la grasa es del propio paciente, se evitan problemas de rechazo y el aspecto es más natural. Los resultados se aprecian a partir del tercer mes después de la intervención, puesto que existe un periodo de reabsorción de la grasa inyectada.
Pero no todo es tan bonito, el inconveniente más importante, que no es menor, es que es fundamental que la paciente tenga grasa propia suficiente. Y generalmente, la mujer que quiere aumentarse el pecho, es delgada. Y aunque la paciente sí cuente con grasa, de 1 litro, al final sólo se sacan 300 cm cúbicos que hay que dividir entre los dos pechos. Otra de las pegas es que sólo se puede realizar un aumento de pecho correspondiente a una talla y que sólo se utiliza para aumentos, no sirve para elevar el pecho. Además, para conseguir volúmenes similares a una prótesis normal, se necesitan dos sesiones, no se puede inyectar todo de una vez.
Este tratamiento no es nuevo, según el doctor ya se practicaba cuando él comenzaba la especialidad, pero sí ha mejorado enormemente gracias a los tres avances que os he contado -la separación de la grasa en la máquina de centrifugado, el enriquecimiento con proteínas del crecimiento y aumentar la densidad de células madre– han supuesto grandes avances en esta técnica y han conseguido que sólo se reabsorba el 20% de lo inyectado, permanece el 80% y con una calidad mucho mayor que en los comienzos.
El debate está en estos momentos en las células madre, la grasa que se inyecta se enriquece con ellas -además de con las proteínas del crecimiento- porque gracias a la capacidad que tienen las célilas madre de transformarse en otro tipo de células más especializadas, hace que el resultado mejore notablemente, cuanto mayor densidad de células madre hay en la grasa que se inyecta, se consige un mejor efecto. Pero por el momento no se está enriqueciendo con células madre la grasa que se inyecta para reconstruir mamas mastectomizadas porque no se tiene todavía certeza científica de que esas células madre no favorezcan la reproducción del cáncer de mama que se extirpó del pecho. También se está investigando cuáles son, dentro de los subgrupos de célilas madre, las mejores para regenerar cada cosa.
La técnica evoluciona hacia la creación de bancos de grasa, que son ya casi una realidad y que permitirán al paciente guardar su propia grasa para poder utilizarla en rellenos cuando quiera. Y el futuro pasa por conseguir que la grasa se cultive de manera artificial, para que, si un paciente tiene muy poca grasa propia, ésta se pueda multiplicar en el laboratorio, este sería un paso de gigante porque se derribaría una de las mayores barreras de este método.