¿Se te ocurre una época del año más estresante que las Navidades?, a mí no. Tienes que comprar regalos, romperte la cabeza para dar en el clavo y acertar, para gastar lo menos posible porque tu bolsillo vive en crisis desde hace tiempo, o para sobrevivir a los centros comerciales. Tienes que aprovechar también para quedar con todo el mundo, cenas, comidas…; por no hablar de las reuniones familiares, en las que la mayoría no hacemos más que currar como negros cocinando, preparando…, para luego, en una hora, comer como si el mundo se acabara en ese instante.
Siempre he pensado que unas Navidades lejos, en la otra punta del planeta deberían ser obligatorias por lo menos una vez cada 5 años, ¡salir volando y escapar! La Organización Mundial de la Salud clasifica el estrés como ‘epidemia mundial’ y en España, según datos de Instituto Nacional de Estadística el estrés afecta o ha afectado al 84% de los españoles, y el estrés laboral afecta a más de 60% de los trabajadores.
Por eso, en plena locura navideña me pareció muy interesante ir a conocer un nuevo método para tratar el estrés y la ansiedad que ha aterrizado no hace mucho en España directo de Estados Unidos: el método Nascia. Allí fui dispuesta a encontrar un poco de tranquilidad en medio de la vorágine y allí me recibió Pablo Muñoz Gacto, quien dirige y coordina Nascia. Él fue el que me habló detenidamente de este método antes de probarlo y verlo con mis propios ojos.
Para empezar, el centro Nascia no es una clínica al uso, es un espacio diáfano, funcionan con cita previa, no hay sala de espera, y el trato es muy personal. Nascia es un sistema que permite recuperar el control frente al estrés y la ansiedad, te proporciona las técnicas necesarias para poder reconducirlo uno mismo. Por el momento se está aplicando principalmente en el ámbito de la empresa, pero está indicado para todos aquellos que sufran estrés o ansiedad -va muy bien para tratar los problemas de la menopausia y pre-menstruales-, y a partir de enero empezará a aplicarse en niños con problemas de concentración.
Uno de los puntos fuertes de este método es la objetividad, se miden únicamente variables fisiológicas, parámetros de actividad fisiológica como la tensión muscular, respiración (número de respiraciones y amplitud respiratoria), temperatura periférica, pulso y conductancia de la piel (la sudoración). Se utilizan procesos absolutamente inocuos y no invasivos, simplemente te ponen unos medidores en los dedos, en la cabeza y una cinta alrededor de la cintura –como podéis ver en la foto conmigo como conejillo de indias-.
Los valores obtenidos se comparan con los valores normales y a partir de ahí se diseña un programa de actuación, un tratamiento específico y personalizado para entrenar las variables, es, en definitiva, una gimnasia específica para el cerebro. Después, se trata la parte emocional.
Así que una vez conocida la teoría, me senté a comprobar cómo estaba mi nivel de estrés. Aunque los pacientes no suelen ver sus parámetros porque son los terapeutas del centro los que los interpretan, yo pude colarme en mis gráficos y comprobar que, entre todos mis parámetros, mi respiración está bastante regular. Como sabéis, deberíamos respirar con el diafragma, nos iría mejor a todos, y aunque conozco la forma de hacerlo, no la pongo en práctica.
El protocolo normal es el siguiente: primero tendrás una reunión en la que te contarán todos los pormenores del método y a continuación, tendrás que rellenar un cuestionario en el que te preguntarán sobre los motivos que acudes al centro, medicamentos que tomas, estilo de vida… Después te medirán los parámetros en condiciones normales y en condiciones de estrés, se realizan tres ejercicios considerados ‘estresores’ (como por ejemplo hacer cálculos lo más rápido posible).
Con estos datos elaboran un informe con los aspectos que deben entrenarse. Y en las sesiones posteriores, con la ayuda de la tecnología audiovisual y ejercicios bastante amenos, irás entrenando los parámetros, hasta conseguir que el cerebro los interiorice como algo espontáneo. Además, como es una herramienta interactiva, el paciente va viendo, sesión a sesión sus resultados.
Para tratar el estrés, se necesita una media de 10-12 sesiones y la ansiedad 14-16 semanas. Después se hacen sesiones de seguimiento cada 3 meses.
En enero comenzarán a tratar niños a partir de 5-6 años con problemas de concentración. Se evalúa su nivel de atención a través de juegos en la pantalla de la televisión y sólo se necesita poner al niño un brazalete. El fin de esto es conseguir que los pequeños, consigan mejorar su atención a través del juego.
He de confesaros que me gustó esta manera de aprender a manejar el estrés y la ansiedad. Es una forma de conocerte mejor a ti mism@ para saber detectar esas situaciones y atajarlas antes de que exploten con las herramientas necesarias. Algo, que deberían enseñar en las escuelas.