Estoy escuchando en la radio a José Antonio Marina –filósofo, escritor y director de la interesante y necesaria Universidad de Padres on-line– hablando del consumismo navideño de los niños –y por extensión, o sobre todo, de los padres-, de los límites que se deben poner a los hijos, de cómo afrontar, en definitiva, el momento de la carta a Papa Noel y los Reyes Magos y como frenar la avalancha de ofertas y regalos. Pero revisando los nuevos correos electrónicos de mi bandeja de entrada me encuentro con dos notas de prensa sobre juguetes y Navidad.
El tema es importante y es una cuestión fundamental en la educación de los hijos. La primera de estas dos notas de prensa es un estudio elaborado por Eroski Consumer sobre los hábitos de compra de juguetes de los españoles, el 74% de los padres compra los juguetes que eligen los niños y son los hombres –muy mal, tirón de oreja para vosotros, sois más blandos- quienes se dejan influenciar más por las decisiones de los pequeños. Por eso señalan la necesidad de que los adultos sigan unos criterios básicos para acertar al máximo con la compra.
Las consolas y videojuegos siguen siendo uno de los regalos estrella en Navidades, a pesar de la crisis. También se desprende de este estudio que 1 de cada 4 encuestados se siente bastante perdido a la hora de valorar la adecuación e idoneidad de un juguete.
Desde la Sociedad Española de Pediatría también nos advierten de que los regalos de Navidad deben promover el desarrollo y la educación de los niños. Los juguetes son necesarios porque el juego es imprescindible para una maduración adecuada en la edad infantil, pero lo recomendable es que no pidan más de 2 o 3 juguetes en su carta y que les ayudemos a elaborarla, sugiriendo lo más interesante para ellos, juegos que fomenten el juego en familia y al aire libre. Los padres deben tener además en cuenta, que los juguetes que facilitan demasiado las cosas, limitan la capacidad inventiva, la creatividad y la educación de los niños.
En definitiva, sentido común. Me ha parecido muy acertada la reflexión de José Antonio Marina, dice el filósofo que los niños reciben demasiados juguetes. Antes, los regalos se concentraban, única y exclusivamente en el cumpleaños y Navidad, yo por ejemplo no recibía regalos en ningún otro momento –salvo excepciones muy contadas-, y en Navidad, sólo tenía Reyes, por mi casa Papa Noél no pasaba. Ahora reciben regalos ‘cada dos por tres’, como premio si se portan bien, si sacan buenas notas; los abuelos no se resisten y los padres no saben decir no cuando los niños pasan por delante de una tienda.
El niño tiene que saber que no lo puede pedir todo, como bien mi madre ha repetido siempre, los niños necesitan límites, sin ellos se encuentran perdidos. Y una última cosa que ha dicho Marina que me ha parecido fundamental: ‘lo más importante no son los juguetes, sino jugar, y más si se trata de juegos de movimiento’. Porque los juegos de movimiento, de gastar calorías, están en peligro de extinción, de ahí niños cada vez más obesos, niños demasiado pasivos.
Para que la tarea del regalo navideño no se convierta en un quebradero de cabeza, os dejo un pequeño decálogo del regalo infantil a seguir a la hora de elaborar esa carta de Navidad:
- Restringe el consumo de televisión a tus hijos porque la publicidad satura a los niños, animándolos a pedir de todo.
- Dedica tu tiempo a elegir los juguetes, no improvises.
- Cada juguete debe tener una etiqueta con la edad para la que está destinado, modo de empleo, precauciones…
- Elige juguetes de calidad, bien hechos y que llevan la marca de seguridad CE.
- Evita juguetes que se disparen o tengan que ser lanzados, si no tienen el lugar apropiado para usarlos.
- Confirma la estabilidad cuando se trate de juguetes diseñados para montarse o trepar en ellos.
- Los regalos son una magnífica oportunidad para educarles: explícale los motivos de tu elección.
- Ajústate a un presupuesto económico: lo más caro no tiene por qué ser lo más adecuado.