Hay vampiros que nos acechan y no buscan sangre

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Seguro que os ha pasado alguna vez, después de salir del metro o de unos grandes almacenes o al terminar de pasar por una calle abarrotada, de repente te sientes débil, cansada, incluso desorientada y no tienes ni idea del motivo. Probablemente te hayas topado con un vampiro energético. Son mucho más comunes de lo que nos pensamos, en un momento dado cualquiera puede serlo, pero hay algunos que son profesionales.

Al que es gafe se le tiene más o menos identificado, con determinadas personas el instinto nos avisa, en otros casos ves venir de frente el peligro pero con este tipo de personas no es fácil protegerse. En muchos casos ni siquiera ellos mismos saben que lo son.
El ser humano además de la parte física cuenta con otra protección, mucho más sutil y que en muchos casos no se trabaja, me refiero al aura, es una envoltura energética que podemos fortalecer y que suele estar muy relacionada con nuestros estados de ánimo. Mediante una cámara Kirlian podemos hacernos fotos del aura y ver donde están nuestros puntos o zonas débiles para poder trabajarlos y de esa manera dar menos facilidades.

Un vampiro energético es alguien que necesita alimentarse no de sangre como en el cine o en las novelas si no de la fuerza interna de los demás, de su energía vital. Cuando dos o más personas interactúan, las auras o sus campos energéticos se mezclan, si esa otra persona desprende lo que se conoce como buen rollo no hay ningún problema y probablemente ambos salgamos fortalecidos, pero si su autoestima es baja, todo le parece negativo, es derrotista y su conversación es densa, cuidado, si no estamos bien protegidos muy posiblemente ambos campos de energía se equilibren, la otra persona se irá “cargada” y tu te quedarás debilitada.
Carl Jung definió al vampiro como una representación arquetípica de los bajos instintos y deseos del hombre que no conoce ni la ética ni la moral y se salta las leyes viviendo como un salvaje. Bram Stoker el creador del famoso “Drácula” y miembro de la orden ocultista “Golden Dawn” solía decir que ningún vampiro podía acceder a un hogar si previamente no se le había invitado o dado el consentimiento. Si esto lo traducimos a lenguaje de hoy significa que nada ni nadie tiene poder para hacernos daño a menos que nosotros se lo permitamos. No ofende quien quiere si no quien puede.

Por lo tanto existen dos formas de perder energía, una es que nos la roben por no estar bien protegidos o debilitados y la otra es que la perdamos nosotros mediante los comentarios, pensamientos o cualquier otro tipo de forma que nos haga sentir inferiores. Por desgracia en estos casos, la gente más cercana suele tener demasiado poder sobre nosotros.
Pero también hay métodos para protegernos, cada uno puede emplear el que más le guste o con el que más se identifique:
– Trabar los dedos. Junta la punta de los dedos pulgar y medio de cada mano formando dos círculos. Une ambos círculos como si fueran dos anillos. Mantén los círculos unidos, y con los ojos cerrados visualiza una protección azul sobre ti, rodeándote.

– A través de la Oración o de la Meditación. Ya sea ante la persistencia de nuestros pensamientos negativos o ante el embite de un usurpador de energía, ambos son un recurso muy útil. Reorganizan nuestra energía, limpian nuestra mente y revitalizan nuestro espíritu.
– Crear un escudo de luz azul. La luz es energía positiva y el color azul está asociado a la protección, crear mentalmente una envoltura sobre nuestro cuerpo, como si estuviéramos dentro de un huevo de luz azul, nos protegerá de esa persona, o de un ambiente que nos parece hostil.
– Usar un cristal o una gema como amuleto. La turmalina negra o el onix negro absorben la negatividad que circula a nuestro alrededor, ya sea en relación a nuestros pensamientos, o a la intencionalidad oscura de personas y lugares. Pueden usarse esta piedra como colgantes, dentro de una bolsita de algodón en un bolsillo o sobre la mesa de trabajo.

En resumidas cuentas los vampiros energéticos están ahí, no siempre los vamos a poder reconocer, pero si nosotros estamos fuertes y sabemos cómo protegernos no hay por qué temerlos. La fuerza interna de cada uno es nuestra mejor arma.