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Hay personas que piensan que la linaza es el nuevo “último grito de la moda” en cuanto a nutrición se refiere, gracias a que se ha desatado una importante campaña publicitaria en la que se divulgan testimonios de usuarios satisfechos y especialistas en tratamientos naturales o herboristería, quienes no dejan de alabar los notables y múltiples beneficios que aporta a la salud. Parecido a lo que en épocas anteriores sucedió con el aceite de oliva, las bayas goji, la papaya, etc.
Son alimentos que no se sabe muy bien porqué empiezan a ser reconocidos de pronto, creándose en algunos casos auténticos mitos. Lo más importante a mi modo de ver es que antes de salir corriendo a comprar este producto, conviene detenerse un instante, informarse para saber no tanto si es cierto todo lo que se dice, que probablemente lo sea, si no si realmente lo necesito y si me va a ayudar a mejorar en mis carencias en este caso nutricionales.
La linaza es la semilla de la planta del lino que ya usaban en la antigüedad egipcios, babilonios y griegos como alimento, para uso textil y en algunos casos como el del padre de la Medicina Hipócrates la recomendaba para problemas digestivos y de piel.
La linaza puede tomarse sola o puede combinarse con otros granos para elaborar pan, también se tritura para obtener su aceite, el cual se destina al consumo humano o a la elaboración de productos
cosméticos, porque ayuda a mantener la hidratación de la piel.
Investigaciones recientes han encontrado que la linaza contiene varios compuestos y elementos nutricionales de gran valor que son los responsables de su actual popularidad, entre los más notables destacan sobre todo tres:
– Fibras solubles. Tienen la propiedad de aumentar la sensación de saciedad, reducir el apetito y disminuir la absorción de azúcares y colesterol. Por ello es muy recomendada como auxiliar en dietas adelgazantes y para problemas de estreñimiento.
– Ácidos grasos esenciales. La linaza contiene dos elementos básicos que el organismo humano necesita pero que es incapaz de producir, el ácido linolénico más conocido como omega 3 y el linoleico u omega 6. Posee más cantidad del primero, cuyo consumo debe ser mayor debido a que ayuda a prevenir enfermedades del sistema circulatorio, reduce la inflamación de tobillos y manos por retención de líquidos y es preventivo contra el cáncer.
– Fitoestrógenos. Son compuestos vegetales que producen los efectos de los estrógenos (hormonas femeninas) aunque su estructura bioquímica no es igual. Por ese motivo se recomienda tomar a las mujeres en la época de menopausia, las ayuda con la depresión, irritabilidad,
ansiedad, sofocos y el riesgo de aumentar el peso. La linaza es rica en una de estas sustancias, la de los lignanos, a la que se atribuye también la cualidad de prevenir tumores, principalmente en senos.
Una cosa importante es también la manera de tomarla, los mayores beneficios de la semilla del lino se obtienen cuando se consume en el desayuno con zumos, licuados, trozos de fruta, yogurt o ensaladas. Hay quienes aseguran que su efecto es mayor al tomarla con agua, después de haberla dejado reposar toda la noche en ella. También podemos incorporar estas semillas en pasteles, panes y guisos como si se tratara de una especia más. Si se tienen problemas severos de estómago es preferible consultar antes con un especialista.
Todo estos beneficios y aportes son los que la linaza nos puede proporcionar a nuestra salud, tener un paquetito e irla probando puede a la larga resultarnos muy interesante.