¿Nunca te has preguntado quien era Helena Rubinstein? Muchas personas creen que es simplemente el nombre comercial de una firma cosmética. Pero en realidad fue una mujer real, una pionera del mundo de la belleza, de la cual podemos conocer y leer jugosas anécdotas gracias a una biografía escrita por una columnista de la edición francesa de la revista Elle, Michèle Fitoussi. Tengo que adelantarte que el libro todavía no está traducido al castellano y sólo lo puedes comprar en Francia y online, así es que si superas estos pequeños requisitos ya puedes adentrarte en la apasionante historia de esta mujer que creó un imperio cosmético y le dio su nombre.
Desde el principio, todo estaba en contra de Helena. Nació en 1872 en un humilde barrio judío en Cracovia, la mayor de una familia de 8 hermanas. Eran pobres como las ratas así es que con 24 años decidió trasladarse a Australia para ganarse la vida. Imagínate a finales del siglo XIX una mujer viajando sola con un parasol y doce tarritos de crema. Debió de ser durísima la experiencia. Poco se podían imaginar que pronto la diminuta Rubinstein, por su metro cuarenta y siete de estatura, iba a revolucionar el continente austral. El clima australiano era muy árido y todas las mujeres se interesaron por lo que ella polaca usaba en la piel, ya que tenía la tez tersa e hidratada. Así es como nació la primera crema hidratante de Helena Rubinstein, Valaze. Tuvo tanto éxito que decidió abrir su primer centro de belleza para promover mejor la venta de sus cremas Beauty Valaze.
Ahora cierra los ojos e imagínate la época. Estamos en el año 1902 y es la primera vez que las mujeres australianas pueden votar. Evidentemente, Helena apoya la emancipación de la mujer y su libertad para decidir en todos los aspectos de la vida. Para que te hagas una idea de como eran las cosas, en aquella época sólo las prostitutas y las actrices se maquillaban. Helena consigue que el maquillaje no sea un privilegio de unas pocas sino un derecho de todas las mujeres. De ella es la famosa frase: “No hay mujeres feas, ¡solo mujeres perezosas!”
En pocos años su vida ha dado un vuelco brutal. De pobre y humilde, a elegante y rica mujer de negocios. En vista de su éxito decide ampliar nuevos horizontes y abre un nuevo salón en París. Helena reinventó el concepto de belleza adaptándolo a la modernidad poniendo especial énfasis en la hidratación, la protección solar, los masajes, las dietas, el ejercicio… ¿Sabes que ella fue la que inventó el ‘mascaramatic’? La máscara de pestañas provista de un cepillo interior que hoy en día todas llevamos en el bolso. Así es que el aparatito en cuestión tiene más de cien años… También inventó la primera máscara waterproof a petición del equipo norteamericano de natación sincronizada.
Para esta beauty queen “la belleza no tiene nada de frívolo”, pues constituye un nuevo poder, el de la afirmación de una nueva independencia que es el deseo de seducir: “el deseo de realzar los rasgos no tiene porqué ser una esclavitud si las mujeres saben sacarle partido”.
Cuando empieza la I Guerra Mundial se traslada con su familia a Estados Unidos donde se vuelca en cuerpo y alma para construir un imperio industrial y financiero. A finales de los años 50 ya tiene 14 fábricas de cosméticos y más de 40.000 empleados.
Como todas las mujeres que no se adaptan a las convenciones no lo tuvo muy fácil. Helena Rubinstein murió a los 93 años, el 31 de marzo de 1965, sola en una habitación del New York Hospital. Era ya todo un mito pero, paradójicamente, no hubo nadie al pie de su cama. Es lo que les pasa a estas trabajadoras infatigables. Dan tanto por su empresa y su trabajo que al final, ni sus propios hijos le perdonaron su dedicación al mundo de la cultura de la belleza. Es un poco triste, la verdad, pero tuvo una vida extraordinaria.
” Para mí es tan importante ayudar a un ser humano a ser guapo como esculpir una bella estatua. Las obras de arte no se encuentran todos los días en la calle, no se sientan en la mesa en frente de uno…”
“Helena Rubinstein. La femme qui inventa la beauté”, de Michèle Fitoussi. Editorial Grasset. (www.grasset.fr). 492 páginas. Precio: 22 euros.