La Aromaterapia es un tratamiento alternativo que siempre ha estado rodeado de un halo de misterio, esto puede hacer que sea más atractiva pero también puede generar confusiones y malentendidos. Podríamos considerar la Aromaterapia como una rama de la Fitoterapia aunque en esta última no se enseña el uso de los aceites esenciales, ni se suelen utilizar esencias. La Fitoterapia se basa en los principios orgánicos de las plantas y se emplea la hierba entera o su extracto. Las esencias son como la sangre de una persona, contienen las características de la planta y si no se conservan adecuadamente pierden su poder o su fuerza vital. La esencia es el espíritu de la planta y su acción terapéutica actúa a un nivel más elevado y sutil que el de la parte orgánica, generando más efecto en la mente y las emociones que la fitoterapia.
Los remedios pueden aplicarse tanto por vía interna como por vía externa: ingiriéndolos, en masaje, por inhalación, en baños etc. Su capacidad de penetración es capaz de actuar en un amplio abanico de posibilidades. Esto es debido a las cualidades o vibración de las esencias.
Los aceites esenciales actúan en tres niveles distintos, a un nivel psicosomático pues nos hace sentir mejor, a un nivel físico ejerciendo influencia terapéutica en los síntomas corporales y a un nivel energético pues es capaz de equilibrar los flujos energéticos, similar a como actúa la acupuntura.
Existen tres ámbitos en los que los aceites esenciales se emplean :
– alimentación, como condimentos naturales, aceites de limón, naranja y lima, mermeladas…
– cosmética, en perfumes o para dar sabor a pastas dentífricas.
– medicina, aceite de clavo para el dolor de muelas, el de menta para la indigestión, el de eucalipto para hacer inhalaciones etc. en cremas, pomadas y tónicos.
Hay un gran número de propiedades que se derivan de los aceites esenciales, entre los más destacados :
– analgesicas (alcanfor, bergamota, espliego, menta, romero, mejorana…)
– antidepresivas (albahaca, azahar, jazmín, manzanilla…)
– antisépticas (bergamota, enebro, eucalipto)
– cicatrizantes (camomila, geranio, hisopo, geranio…)
– depurativas (enebro, eucalipto, rosa)
– sedantes (azahar, ciprés, espliego, geranio…)