En las tiendas, online, en las revistas, en la publicidad… La oferta de cosmética “green” es cada vez mayor. Pero hay mucho greenwashing que no nos deja ver el bosque. Por eso queremos aclararlo de una vez por todas. No hay diferencias: bio, eco y natural pueden ser lo mismo.
¿Te acuerdas de aquellos famosos “Encuentra las siete diferencias” entre dibujos? Un pasatiempo que se traslada ahora a los cosméticos bio, eco y naturales tanto como a las pizzas artesanas que no hace un abuelito en su masía. Diferentes denominaciones que aluden al mismo tipo de producto: el que procede de la naturaleza en un 1%. Ahí es nada, y ancha es Castilla.
Menos mal que tenemos el INCI y el listado de ingredientes de mayor a menor, que nos hará salir de dudas rapidamente.
La cosmética natural es aquella elaborada únicamente con ingredientes presentes en la naturaleza. “Para que sean considerados naturales, los componentes deben ser de origen animal o vegetal. Un cosmético puede considerarse natural también si está elaborado a partir de ingredientes naturales aunque procesados. Siempre y cuando este proceso no sea tóxico ni dañino para la naturaleza”, detalla Juan Manuel Mata, director científico de Saluvital.
“Durante la elaboración de los productos de cosmética ecológica se deben cumplir una serie de normas. También pasar por los diferentes sistemas de control con el objetivo de obtener un sello que certifique su composición ecológica”, recuerda Mata.
Entonces, ¿cómo la llamamos?
Según la legislación cosmética no hay diferencias y la cosmética bio y eco (o biológica y ecológica) viene a significar lo mismo. Dependiendo del país se utiliza más un término u otro. En España se habla más de ecológico. Los alemanes usan más biológico. Y en Estados Unidos y Reino Unido prefieren el término orgánico. Y todo es cosmética natural, detalla Mata.
Ahora bien, ¿qué es natural? Si navegamos por internet, podemos encontrar mil y una página que se dedican a ofrecer productos de cosmética “natural” y sus bondades. “Pero resultará casi imposible encontrar una página que defina claramente el concepto de ingrediente ‘natural’ que forma parte de un cosmético ‘natural’”, advierte Inmaculada Canterla, fundadora de Cosmeceutical Center.
Es cierto que un ingrediente “natural” es el que proviene de la naturaleza. Ahí no hay discusión. Pero Canterla denuncia el greenwashing que se esconde detrás. Al decir ‘natural”, “evocamos plantas, campos… y evitamos pensar en fábricas y productos químicos. Pero la realidad no es tan sencilla. Al final, un producto cosmético no es más que una formulación galénica (química, al fin y al cabo). Lleva unos componentes más o menos naturales, que necesitan ser mezclados en proporciones y concentraciones adecuadas para obtener su funcionalidad, calidad y vida útil”.
Otra cosa es la cosmética natural de verdad, formulada mayoritariamente por ingredientes de origen natural como aceites vegetales, aceites esenciales puros, extractos de plantas, minerales y/o ingredientes de origen animal como la leche, la cera de abeja o la miel. Generalmente evitan los parabenos, siliconas, PEGs, perfumes o colorantes sintéticos.
Otro jardín es el de la cosmética vegana que no puede llevar ningún ingrediente de origen animal, como colágeno, biotina, miel, cera de abeja, lanolina, queratina o cochinilla del carmín.
Bio y eco son sinónimos
Por tanto, si no hay diferencias, los términos bio, biológico, eco y ecológico deben ser interpretados como sinónimos. Describen a todos aquellos productos naturales o transformados que poseen una certificación que acredita que han sido elaborados y comercializados en base a la reglamentación europea que regula los productos ecológicos.
La cosmética ecológica o BIO está formulada con ingredientes naturales orgánicos que proceden de agricultura ecológica que no usan pesticidas químicos. Pero basta que lleven un porcentaje del 1% para considerarse bio o eco. Se distinguen de la cosmética natural porque en su INCI todos los ingredientes naturales que figuran son bio.
En concreto, y para la cosmética, son productos elaborados con materias o principios activos y componentes vegetales que cumplan con esa regulación. Pero Canterla llama a no confundir términos. “El que un producto sea ecológico/biológico y sus ingredientes lo sean y haya una certificación mediante que así lo avale, no quiere decir que no se hayan utilizado en su cultivo fertilizantes ni plaguicidas químicos, naturales o de síntesis. Quiere decir que su uso ha sido restringido y acotado a una serie de productos concretos y en unas concentraciones determinadas. Es decir, que en el cultivo de las plantas ecológicas de las cuales se extraen los principios e ingredientes de los cosméticos bio, sí han podido ser utilizados compuestos químicos de síntesis para el control de los cultivos”, advierte.
Sellos y certificados verdes
Los sellos no son obligatorios, son voluntarios y han sido creados por empresas privadas. Pero no campan a sus anchas están sometidos a una norma de control ISO que vigila sus parámetros. Sus exigencias van más allá de lo que exige la legislación. La norma Cosmos ha unido a los diferentes sellos que ya existían. Los más famosos son Ecocert y Cosmebio en Francia, BDIH en Alemania, ICEA en Italia, Natrue por ong, Bio Vida Sana en España, Demeter, Leaping Bunny, Cruelty Free de PETA…Entre otras cosas, miden el porcentaje de ingredientes que proviene de agricultura ecológica. Exigen que las fórmulas no lleven nanopartículas, OMG (organismos modificados genéticamente) ni tampoco ingredientes irradiados. Tampoco permiten colorantes ni perfumes artificiales o sustancias derivadas del petróleo.
¿Cómo puede asegurarse el consumidor que está comprando un producto natural, bio o ecológico? En el caso de ser un cosmético eco o bio, Mata llama a prestar especial atención a los sellos de las empresas certificadoras. También a comprobar que el packaging ha sido reducido, es reciclable o biodegradable. Fijarse bien en el listado de ingredientes. Y asegurarse de que el etiquetado tenga transparencia en la cosmética ecológica certificada.
Canterla recuerda por su parte que el aval de certificación eco o bio, no supone más que “cumplir con un requerimiento legal y pagar a una entidad que certifique que se cumplen los requisitos” y que quede avalado por el sello. “Un puro trámite burocrático que avala un tipo de praxis regulada legalmente. Ojo, al no haber un aval oficial, sino realizarse a través de entidades privadas, existe una gran variedad de sellos, y no todos implican el mismo rigor, minuciosidad y estudio que requiere la certificación para este tipo de producción”, concluye.
Son las propias marcas de cosmética las que avanzan por encima de las exigencias legales y ofrecen un contenido más natural del 1% obligatorio.
Champú Seco Volumen al Lino BIO de Klorane
Precio: 11,30 euros (de venta en farmacias y parafarmacias).
Crema Facial de Aceite de Argán FPS15 de Saluvital
Precio: 14,25 euros.
Crema de manos nutritiva de La Provençale Bio.
Precio: 4,90 euros.