Los fagos son unos virus buenos cuyo trabajo en el organismo es combatir las bacterias infecciosas que son resistentes a los antibióticos.
Desde hace unos años la alarma ha saltado en la comunidad científica porque los antibióticos están dejando de hacer su cometido y ya no luchan contra las bacterias. Es un problema mundial porque estas bacterias resistentes a los antibióticos están matando a más de 700.000 personas en todo el mundo (33.000, en la Unión Europea), según los datos de CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas). Se espera que en 2050 las súperbacterias podrían matar a 10 millones personas al año.
Contra estas bacterias hay unos virus, los fagos, que necesitan infectar una bacteria para multiplicarse en su interior. A diferencia de otros virus, como el Covid, los fagos son totalmente inocuos para humanos, animales, plantas y el medioambiente. Aunque estos microorganismos fueron descubiertos a principios del siglo XX por el microbiólogo Félix d’Herelle, y utilizados durante años, quedaron relegados a un segundo plano con la eclosión de los antibióticos.
Félix d’Hérelle, colaborador del Instituto Pasteur, analizó el agua del Ganges, donde en ciertos lugares desaparecía el cólera. Estos fagos, presentes en el agua, se pegan literalmente a las bacterias y las matan desde el interior. Enseguida se dio cuenta de que se trataba de un virus bueno que parasitaba a la bacteria.
El descubrimiento creó un entusiasmo inusitado aunque con la aparición de los antibióticos el globo se fue deshinchando. Solo la antigua Unión Soviética mantuvo la fagoterapia. Los países occidentales los abandonaron aunque algunos del Este europeo, como Polonia, Rusia o Georgia mantuvieron esta práctica clínica.
En este último país se encuentra el Instituto Eliava, fundado en 1923 y considerado actualmente el centro de referencia mundial en la aplicación clínica de fagos, según cuentan las investigadoras Lucía Fernández, Diana Gutiérrez, Ana Rodríguez y Pilar García, del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA), del CSIC, en su libro “Los bacteriófagos: los virus que combaten infecciones”.
¡Qué llegan las súperbacterias! Tenemos fagos
Actualmente, Francia, Estados Unidos o Bélgica se suman lentamente al movimiento. Los fagos representan una enorme esperanza ante infecciones resistentes a los antibióticos.
Hace un par de años saltó una noticia a la prensa sobre el caso de una adolescente británica de 15 años cuya fibrosis quística no se curaba con los antibióticos que la administraron durante 8 años. Le trasplantaron ambos pulmones, pero le sobrevino una infección resistente a los antibióticos. Su pediatra contactó con un grupo de investigadores estadounidenses para optar por un tratamiento con fagos creados ex profeso para combatir esa infección. El caso apareció en la revista científica Nature donde se explica que “El tratamiento con fagos intravenosos fue bien tolerado y se asoció con una mejora clínica objetiva, incluido el cierre de la herida del esternón, una mejor función hepática y una resolución sustancial de los nódulos cutáneos infectados”.
Hay pesimismo en torno a la resistencia a los antibióticos
Desde hace décadas estamos sufriendo una nueva pandemia, más silenciosa, sin tanto despliegue en los medios de comunicación pero que tiene difícil solución. A pesar de que las autoridades sanitarias han dado la voz de alarma a través de un plan contra la resistencia a los antibióticos, las causas de muerte por resistencia a estos fármacos se afrontan con cierto pesimismo.
Sin embargo, los científicos no tiran la toalla y ven que existen tratamientos prometedores con el uso de la fagoterapia. El ciclo de vida de los fagos es lo que hace interesante utilizarlos en tratamientos contra las bacterias resistentes. Este implica la lisis (deterioro de una célula debido a una lesión en su membrana plasmática) y la muerte de la bacteria hospedadora.
El interés científico por los fagos es cada día mayor. Y ya se publican artículos científicos que demuestran el potencial bactericida de estos virus buenos.
Los fagos, unos virus rápidos que dejan intactas las células sanas
La fagoterapia presenta ventajas respecto a los antibióticos tradicionales porque actúan de manera rápida, limpia y específica. Aciertan en la diana y dejan intactas las demás bacterias beneficiosas de la microbiota. Por otro lado, como existen multitud de fagos se suelen escoger un cóctel de los que son más activos contra esa infección, minimizando la probabilidad de que la bacteria patógena mute frente a ellos. Además, su obtención es rápida y barata.
La buena noticia es que ya no es solo una hipótesis o una fuente de estudio sino que en algunos hospitales europeos y estadounidenses ya se ha dado un uso clínico autorizados para tratar infecciones que eran imposibles de tratar con los antibióticos que hay en la actualidad.
En España contamos con la red FAGOMA, dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación, que se ha propuesto concienciar y aplicar los fagos para estimular un debate público que culmine con la regulación de este tipo de terapias para que se puedan aplicar con toda la garantía y la seguridad sanitarias.
Estamos ante un futuro muy cercano: la fagoterapia, una solución para frenar las baterias resistentes y como alternativa o complemento a los antibióticos.