Pablo Iglesias se corta la coleta y comienza una nueva etapa porque ya estaba hasta el moño de todo. Puro simbolismo, siguiendo el ritual torero de cortarse la coleta para abandonar los ruedos taurinos. Aunque él es antitaurino, lo ha hecho para despedirse de hemiciclos y círculos políticos. Esos mismos que le etiquetaron como El Coletas como si fuera un delincuente de barrio. A pesar de no haber robado ni una gallina, ni haberse llevado un sobre de dinero negro con sus iniciales.
Sí, Pablo Iglesias se corta la coleta y le sobraban los motivos tanto como el pelo que colgaba detrás de su espalda. Necesitaba un cambio radical. Un corte en todos los sentidos y con cambio de tercio, ya no le quedaba otra para iniciar una nueva etapa y dejar atrás su mala experiencia en la vida política.
Pero el cruel arte de difamar y manipular termina por empaparlo todo. Su mala imagen había calado hasta en él mismo y ya no se reconocía en el espejo. Todos los peluqueros saben que cuando un hombre o una mujer se sientan en el salón de peluquería y piden un cambio de look radical, algo pasa. Y será más o menos grave cuánto más o menos grande sea el tijeretazo y el cambio de rumbo estilistico.
No sabemos qué peluquero ha tenido el honor de realizar este ritual que pone fin a su vida política y a su vapuleada imagen. Lo que sí sabemos son las opiniones de los peluqueros que se han apresurado a adjetivar con diferentes referencias su nuevo estilo capilar. Unos lo ubican en el corte dandy a la inglesa y el ingenio popular entre El Fary y un joven Stalin. Nada más alejado de la realidad, yo creo que lo único que quería Pablo era alejarse del mote de El Coletas y cortarse esa coleta insulsa y aplastada de una vez por todas. El pasado verano ya mostraba intenciones de rechazo hacia su domesticada cola de caballo que se enroscó en un moño deshecho. Pero la coleta seguía estando ahí aunque no se llegara a ver.
Creo que si hubiera ganado las elecciones a la Comunidad de Madrid, tal vez se hubiera quitado la goma y se hubiera soltado la melena cual Cristo Redentor. Sin embargo, al ser Ayuso y Vox los que le cortaron la cabeza. Pablo partidario siempre de las posturas más extremas, solo le quedaba cortarse el pelo y por supuesto, deshacerse de una vez por todas de su famosisíma coleta. Un corte electoral desfavorable y corte de pelo que le favorece y que supone un renacer personal.
Se podía haber hecho una decoloración en rubio platino, pero lo suyo no es el mundo del fashion, al menos por ahora. Nunca se ha distinguido por la elegancia en su forma de vestir, su ropa de hipermercado la lucía con cierta desgana y las veces que se ha visto obligado a ponerse corbata o americana le sentaba como un disfraz.
Su personalidad fuerte y siempre polémica se dirigía a luchar por los principios de ese proletariado más revuelto que en el 15 M y que también le dió la espalda. Seguirá siendo un hombre de carácter, un personaje y una personalidad rebelde e incomprendida. No es tan fiero el león como lo pintan. Ahora ha preferido quedarse en cola de ratón que en cabeza de león, después de las tortas recibidas a diestro y siniestro.