Consulta mi opinión antes de ir al salón Kristals Cosmetics de Madrid, porque puedes vivir algo muy similar a esta experiencia, esta otra o la que yo misma he probado y te voy a contar a continuación.
Antes de entrar en un centro de belleza y relajarte demasiado en la sesión, busca opiniones de referencia para estar preparada. ¡Me quisieron vender un aparato a un precio de (supuesta) oferta de 1.500 euros!
Ten cuidado con las ventas que surgen después de una generosa invitación con diagnóstico incluido. El preámbulo a esta andadura comenzó después de una charla entre amigas.
“Me han llamado de una marca de maquillaje natural de la que fui cliente. Han cambiado de firma o algo así y me regalan un tratamiento de belleza para darse a conocer. Quiero ‘regalártelo’, churri. ¿Te hace?”.
Quien tan rumbosamente me hablaba es mi buena, bella e inteligente amiga C. Tras un ratito de educado forcejeo ibérico a lo ‘háztelo tú, cari’, ‘que no, mujer, insisto’, accedí a la propuesta y me planté el pasado jueves en el sitio indicado, un local llamado Kristals Cosmetics situado en la señera calle Velázquez de Madrid.
Comienza mi ‘he probado’ particular en el salón de belleza Kristals con sorpresa final
Dado lo que implica ‘darse a conocer’, iba preparada para recibir las poco sutiles caricias de la promoción post tratamiento ¡y poner la otra mejilla si hacía falta! Puse en práctica la visualización de un futuro más que probable y me vi muy modosa viviendo el experimento Kristals Cosmetics de Velázquez. Escuchando con interés las bondades de los productos que me habían aplicado, e incluso soltando algún correo abandonado para suscribirme a su Newsletter y así estar al tanto de todas sus novedades. Quizá podría comprar un tónico, que se me está acabando.
Pero la cosa fue un poco más allá, y lo que parecía una experiencia beauty ‘normal’, del todo manejable para una tipa que participa sin demasiados reparos en la sociedad de consumo, terminó discurriendo por los cauces de la piratería, el pillaje y el trilerismo. Nunca falta quien encuentra la manera de rentabilizar la vulnerabilidad de los demás en su provecho. Las fórmulas crecepelos y sus astutos vendedores están más en boga que nunca en este año pandémico de recesión. Si Pío Baroja levantara la cabeza…
Mi experiencia en Kristal Cosmetics de Velázquez al completo
La operativa comenzó con el diagnóstico del estado de la piel. Un paso muy habitual en la coreografía beauty, al que una se puede prestar con tanta curiosidad como temor por el resultado. En este caso, se trataba de una máquina de luz azul “que analiza cómo se encuentra tu piel en las tres capas”. La máquina arrojó el siguiente vaticinio (que nadie me había desvelado hasta la fecha, y no será porque no haya expuesto ya mi careto a estas tecnologías): tenía manchas, arrugas y flacidez en la segunda capa de la piel, esperando, agazapados como aves de presa, la ocasión propicia para emerger a la superficie y fastidiarme la vida por completo, como me dieron a entender tildando estas circunstancias de ‘problemas’. ¡Ay, qué de problemas tengo a mis 41, Mari Loli! ¿Desde cuándo todo eso es inusual y un problema?
Diagnóstico en mano, bajo a la cabina con una de las esteticienes. Ya en posición de disfrutar del tratamiento, me explica que me va a hacer un ritual semi-manual con ‘aparatología creada por la NASA’, y que lo único que te mantiene la piel bien durante mucho tiempo es la ‘aparatología’ (término que de ahora en adelante se aplica únicamente a la que tienen ellos), puesto que la cosmética no penetra hasta las capas profundas y la medicina estética tiene muchos efectos secundarios.
Esta aparatología creada por la NASA y avalada por la FDA no era otra cosa que la ya muy conocida fototerapia de luz LED, desarrollada efectivamente por la NASA cuando trataba de hacer crecer una lechuga romana e instrumentalizada por la industria de belleza en gadgets de uso profesional y domiciliario. Para casa hay muchos, son muy monos estéticamente (los que tienen forma de máscara me parecen especialmente pintones), y algo hacen. Aunque no son tan potentes como los que se emplean en cabina y los expertos coinciden en afirmar que en ningún caso hay que esperar milagros. Conmigo usaron luz roja para propiciar la formación de colágeno y elastina. El tratamiento también incluía limpieza, un par de mascarillas, algo de masaje manual… lo habitual.
Comienza el timo del aparato milagroso con tecnología de la NASA
Hubo un cambio de esteticien porque la ‘aparatología’ debía ser aplicada por ‘la compi’. Ésta, la compi, fue la que desarrolló el renovado timo de la estampita de Kristals Cosmetics. Primero me pasó el cachivache por la cara explicándome una vez más (sin menoscabo de mi paciencia) la historia de la NASA y lo útil que es la ‘aparatología’ para tratar ‘problemas’ como los que se ve que tengo. Y lo buenísimo que es tener uno de esos en casa porque es para toda la vida, seguido de un largo etcétera.
“Sube, que te voy a enseñar las máquinas”, me dijo. “Hoy tienes un 50% de promoción”.
Venga, pues enséñamelas…
Continuamos con la sesión de marketing de venta cruzada para comprar productos por impulso
Me esperaba arriba con tres cajas de distintos colores. El chisme era Perfectio, de la marca Zero Gravity. Tres modelos distintos, del más Premium al ‘zarrapastroso’. “Éste cuesta 4000 con el descuento, este 3000 con el descuento y este 1500. El que recomendamos para casa es este último. ¿Qué, te lo llevas?”
Así, sin paños calientes. Sin darme tiempo a pensar ni dos segundos si quería hacer una compra de 1.500 euros en un electrodoméstico con una bombilla LED. “Ehm, pues mira, no. No me voy a gastar 1500 euros en esto”. En una ortodoncia para mi hijo, sí. En un viaje, también. Pero en que me tomes el pelo pues mira, no, Antonia. A continuación, un renovado forcejeo ibérico, pero esta vez con envites menos gratos: “¿No? ¿Con LOS PROBLEMAS que hemos visto que tienes? Mira que te conviene invertir en tu piel.”
Te ahorro el resto de la experiencia Kristals porque aún duró unos minutos más en esta línea, sin dejar de recurrir al clásico “pero ¿qué pasa? ¿se te va mucho de las manos?”. Técnicas de convicción y manipulación que se pueden calificar tranquilamente como burdas, destinadas a localizar y aprovechar mis debilidades, colocarme un aparato que no necesito y llevarse caliente su comisión.
El principal problema no es que me quisiera vender algo, es que además de hacerme la envolvente y tratar de aturdirme haciéndome sentir mal, me mintió. Las dos primeras máquinas sí estaban al 50% de descuento, pero la tercera me la vendía a su precio normal, según pude comprobar después en la web de la marca. Esto siempre hablando de la primera mano: en eBay se encuentran las mismas ‘aparatologías’ milagrosas y para toda la vida por la mitad de la mitad de la mitad de su precio de venta al público.
Cabe preguntar por qué se deshace la gente de estos aparatos milagro. Quién sabe. Quizá haya que preguntar a quien ha escrito opiniones como esta o esta, al alcance de cualquiera que sepa usar Google nivel usuario. ¡Reclamaciones, a la NASA! Pero claro, para hacer esta ‘investigación’ se necesita tiempo, y eso es lo que no me quería dar la agresiva comercial esteticien de Kristals Cosmetics. No fuera a ser que le viera los tres pies al gato. O a la ‘asna’.
“Bueno, pues me quedo con la copla de dónde estáis y ya me lo pensaré”.
“Puedes volver, pero ten en cuenta que los precios no serán los mismos”, fue su última (y débil) amenaza.
Lo que espero que no vuelva a suceder es que timéis a ninguna incauta a base de demostraciones falaces, terminología que puede despistar a una lega, inducción del miedo y apremio en la compra. Negocios así desprestigian a toda la industria de la belleza y ponen de manifiesto lo peor del ser humano. Aunque ya sé que eso os importa poco.
Después de contarte mi experiencia en Kristals Cosmetics, dejo la dirección a la que no tienes que ir. O sí, si es que te divierte que te representen este teatrillo por curiosidad antropológica. Caveat emptor con el crecepelos, amiga. ‘Invertir’ en tu piel es legítimo y tu decisión personal, pero que no te vendan la moto.
Kristals Cosmetics
Velázquez, 76.
28001, Madrid.