Verse bien tiene un impacto directo en la autoestima. Te contamos cómo transformar los cuidados mecánicos de tu rutina de belleza en auto homenajes conscientes.
A los desarreglos hormonales o los disgustos cotidianos se ha sumado un nuevo elemento estresor: la pandemia del covid-19 y sus lamentables consecuencias. Sin embargo, hay un gesto común que atraviesa tanto los días malos como los buenos: nuestros rituales de aseo personal. Bendita disciplina con todos sus protocolos de belleza, higiene y ejercicio físico.
¿Cómo interactúan nuestras emociones negativas con nuestras rutinas de belleza? ¿Pueden éstas, de alguna manera, ayudarnos a aliviar nuestros males?
Lo que sentimos acerca de nuestra propia imagen puede tener un profundo impacto en nuestro bienestar emocional y mental, aseguran psicoterapeutas. Cuando nos vemos bien o nos sentimos físicamente sanos, podemos pensar en nosotros mismos de una manera más positiva. Hacer un esfuerzo por nuestra apariencia es, por tanto, una afirmación positiva de ocupar la propia existencia.
Un pequeño toque de maquillaje tras una noche en vela (o sin ella), un baño con sales, una crema con vitamina C que te ilumina la piel, un tratamiento de cabina, una fragancia maravillosa, saltar a la comba… son mucho más que estrategias de una rutina de belleza en aras de estar mona: pueden darte el empujón que necesitas para autoafirmarte.
¿Algunos tips para días malos? Utiliza un estímulo sensorial, como masajear la piel con aceite de aromaterapia mientras practicas la respiración 7-11 (técnica que consiste en respirar durante 7 segundos y exhalar durante 11). Esto no solo nutre la piel, sino que la respiración diafragmática te ayudará a calmar el sistema nervioso parasimpático. El aroma, el tacto y la sensación del masaje también son una forma de meditación consciente.
En cuanto al maquillaje de rescate, basta un toque de corrector debajo de los ojos para camuflar las ojeras y demás vestigios de las preocupaciones seguido de un brochazo de colorete o bronceador, la técnica más eficaz para animar el rostro. Si te apetece añadir un poco de máscara de pestañas o un labial, te verás la mirada más viva y despierta, así como el rostro más definido en general.
El pelo es uno de los rasgos físicos que más desasosiego o entusiasmo puede producir. Así de bipolar es nuestra relación con la fibra capilar, y en consonancia la que mantenemos con los peluqueros, quienes a veces ejercen de improvisados psicoterapeutas. En casa, detente en el masaje al lavarte la melena, y añade, si puedes, un poco de aceite esencial a tu acondicionador, especialmente de bergamota (eleva el tono vital), lavanda (relaja e induce la calma), vetiver (estimula) o jazmín.
Utilizar la belleza para hacerte feliz es más que posible, Belleza Pura. Alíate con ella: está a tu servicio.