La actriz y cantante estadounidense será la nueva embajadora global de Lancôme.
Puede que ‘renacentista’ sea un adjetivo sobado para hablar de una persona que domina diversas disciplinas. Quizá ni siquiera sea el término que mejor describe la actividad de Amanda Seyfried. Pero lo que está claro es que a ella el periodo de 24 horas que comprende el día le cunde mucho. A saber: actúa, canta, posa, cría, atiende a su legítimo, se compromete con organizaciones benéficas y ahora, por si fuera poco, va a destinar su esfuerzo a insuflar energía a Lancôme.
A sus 34 años, Amanda se suma así a una rutilante escudería de súper mujeres compuesta por Penélope Cruz, Zendaya, Julia Roberts, Lupita Nyong’… Todas ellas, reconocidas por su talento, belleza natural, carisma y poder de atracción, ese gancho que moviliza a los cuerpos más sedentarios a ir al cine o que inspira a las mujeres en sus casas a realizar algún cambio en su vida. De eso van estas decisiones comerciales con un fin, digamos, parcialmente ‘abstracto’, de inspirar impulso de compra, pero también emociones positivas.
Amanda nos viene gustando mucho en cualquiera de sus apariciones bidimensionales, para qué negarlo. Es alegre, transmite buen rollo y tiene una belleza clásica con un giro marciano muy original, lejos del prototipo de la rubia insulsa. ¡Esos inmensos ojos saltones! ¡Esa arquitectura facial de muñeca que puede ser diabólica!
Resulta imposible olvidarla en “Los Miserables”, “Cartas a Julieta” o el ultra taquillazo “Mamma mía”, por citar algunos sus filmes más conocidos. En breve, compartirá reparto con Kevin Bacon en la peli de terror psicológico (las que más miedito dan) “You should have left”, dirigida por David Koepp.
A falta de que nos sorprenda el día menos pensado con su propia firma de cosmética natural, vegana y primorosamente envasada en preciosos tarritos de cristal -un suponer-, le seguiremos la pista por donde la lleve el rumbo. Amanda no es de perder el tiempo.