El baile es el ejercicio que más beneficios tiene para ralentizar los efectos del envejecimiento.
Bailar ahora es más saludable tras las conclusiones de un estudio realizado con personas mayores que rondaban los 68 años. El trabajo muestra que las personas de edad avanzada que habitualmente realizan ejercicio físico pueden revertir los signos del envejecimiento en el cerebro y el baile tiene el efecto más profundo, más allá de los valores psicológicos.
“El baile no entiende de edades”, dice esta pareja, un matrimonio que lleva 40 años juntos y que se marca un rock and roll en una competición de baile para veteranos en Baviera, Alemania. Habría que haberlos visto en sus años mozos… Desde luego están en plena forma, a tenor de lo que vemos y cómo giran en la pista.
Nellia y Dietmar, como se llaman estos bailarines, dan la razón al estudio, publicado en la revista Frontiers in Human Neuroscience, y realizado por el centro alemán de Enfermedades Neurovegetativas en Magdeburg, Alemania. La doctora Kathrin Rehfeld, autora principal de ensayo, explica que a medida que envejecemos sufrimos una disminución en el estado físico y mental. “El ejercicio tiene el efecto beneficioso de ralentizar o incluso contrarrestar la disminución de la capacidad mental y física relacionada con la edad. En el estudio mostramos que dos tipos diferentes de ejercicios (baile y entrenamiento de resistencia) aumentan el área del cerebro que disminuye con la edad. En comparación, fue sólo el baile lo que condujo a cambios de comportamiento notables en términos de un mejor equilibrio”.
Para hacer el estudio se reclutaron a personas mayores, con una edad promedio de 68 años, y se hicieron dos grupos a los que se les asignó un curso de aprendizaje semanal durante 18 meses con rutinas de baile o entrenamiento de resistencia y flexibilidad. Ambos grupos mostraron un aumento en la región del hipotálamo; esta área es la que se ve afectada por enfermedades como el Alzheimer y juega un papel clave en la memoria y el aprendizaje, además de mantener el equilibrio.
Las rutinas de cada grupo diferían. Los que hacían el programa físico tradicional realizaban sobre todo ejercicios repetitivos, como ciclismo o marcha, mientras que el grupo de baile se enfrentaba a algo nuevo cada semana. “Los pasos, los movimientos de los brazos, las formaciones, la velocidad y los ritmos cambiaban cada semana para mantener al grupo en un proceso constante de aprendizaje. Lo más desafiante para ellos fue recordar las rutinas bajo la presión del tiempo y sin ninguna señal del monitor”, explica la doctora Rehfeld.
Se cree que estos desafíos adicionales explican las notables diferencias en el equilibrio que muestran los participantes del grupo de baile.
Al igual que este señor mayor que bailó este verano con una cantante callejera el tema de Nina Simone “My baby just care for me” y enseguida se hizo viral, todos podemos entrenar nuestro cerebro con la música y el baile.
“Creo que a todos les gustaría vivir una vida independiente y saludable el mayor tiempo posible. La actividad física es uno de los factores de estilo de vida que pueden contribuir a ello, contrarrestando varios factores de riesgo y ralentizando el deterioro relacionado con la edad. Creo que bailar es una herramienta poderosa para establecer nuevos desafíos para el cuerpo y la mente, especialmente en la vejez”, ha concluido la doctora Rehfeld.