La ley nos da seguridad. El Reglamento de la Unión Europea, que acaba de entrar en vigor, obliga a que las marcas de cosmética a etiquetar sin engaños ni medias verdades.
Cremas para el rostro, serum, anticelulíticos, labiales, lacas de uñas… ¿Cuántos de estos productos tienes en tu cuarto de baño? Muchos, es verdad y algunos, en la cajita, pone “sin” esto, o “sin” lo otro, o “sin” lo de más allá. Y nosotras, nos lo creemos. Pues no. Nada más lejos de la verdad. Acaba de entrar en vigor un reglamento de la Unión Europea, de obligado cumplimiento, que pone a cada uno en su sitio y que establece los criterios que deben primar en los cosméticos.
En cuanto ves que en un cosmético aparece la palabra “sin”, ya crees que es más segura, pero no es cierto. Las firmas, algunas, no todas, juegan a ese engaño para atraer al consumidor y para que compre su cosmética en lugar de la del competidor que no lo pone.
Si ves que un cosmético pone “Cruelty free” estás convencida de que ese producto no ha sido testado en animales. Y es verdad, porque está prohibido testar los cosméticos con animales desde hace 10 años. La Unión Europea en el año 2009 prohibió la experimentación con animales para testar los productos cosméticos; en concreto, dice que “se prohíba la realización de experimentos en animales con los productos cosméticos acabados” y “la introducción en el mercado de productos cosméticos que contengan ingredientes o combinaciones de ingredientes que, con objeto de cumplir los requisitos del presente Reglamento, hayan sido objeto de ensayos en animales “.
¿Qué sucede con otros países? Ocurre lo mismo; no pueden ensayar con animales. China, que sí lo hace, no puede vender aquí esos productos y si los vende, estos tienen que adaptarse a las normas de la Unión Europea.
Así que si pone “cruelty free” lo que busca es diferenciarse de los que no lo ponen, con lo que indicar algo que parece mejor que lo de otras marcas y según la nueva normativa “presenta un beneficio determinado cuando este consista en el mero cumplimiento de los requisitos mínimos legales”. Vamos, que te la quieren colar.
Y lo mismo sucede con otros “sin”. Sin parabenos. ¿Sabemos qué son? Son unos agentes químicos que impiden que los cosméticos se degraden, y se utilizan para que los productos que los contienen no pierdan sus propiedades y se estropeen. Es decir, son unos conservantes que protegen el producto. Sí que hubo algún problema con ellos hace unos años debido a que se detectaron parabenos en un tejido mamario en Reino Unido. Se estudiaron por parte de los órganos competentes y se supo que estos conservantes no tenían nada que ver en ese cáncer de mama. Sin embargo, se demonizó su uso.
Si nos venden “sin parabenos”, tendrán que tener otro conservante, y no podrá poner en la cajita “sin conservantes”. Está claro: los parabenos que se usan en cosmética son absolutamente seguros. Otros conservantes, como el kathon, es proclive a causar alergias.
Otro sin: “sin sales de aluminio” en los desodorantes. Aquí hay una guerra incruenta entre los que opinan que los desodorantes con aluminio provocan cáncer y los que afirman lo contrario. Hace un par de años la doctora Guerra, dermatóloga del hospital 12 de Octubre de Madrid me decía que: “Hoy por hoy no existe ningún estudio, internacional o nacional, ni evidencia de que el aluminio pueda causar mutación o daño en el ADN y, por tanto, desarrollar un cáncer”. El Instituto Nacional del Cáncer afirma que “ningún estudio hasta la fecha ha confirmado algún efecto adverso sustancial del aluminio que pudiera contribuir a mayores riesgos de cáncer de seno”. De hecho, los desodorantes con sales de aluminio se siguen vendiendo.
Lo que busca la Unión Europea es, en definitiva, que no nos la cuelen, que lo que diga la marca de un producto sea verdad y no una media verdad para vender más, que tienen que demostrar de manera fehaciente que lo que dice es absolutamente cierto y no producto del marketing para vender más que la competencia. En el fondo subyace el concepto de que todo lo que sea “sin” es más natural, abundando en la idea de que lo que huela a química es malo. No le deis más vueltas: todo es química y mejor que sepamos que todo está controlado.
En definitiva, que lo que tienen que hacer las marcas de cosmética es informar y no deformar, que tienen que ser veraces y no sólo parecerlo, y que no debe atribuir efectos que no los tiene ni de lejos.
Este reglamento ya ha entrado en vigor el pasado 11 de julio, y, a partir de esta fecha está prohibido introducir en el mercado lotes con los criterios anteriores aunque, lógicamente, sí se pueden aún vender las existencias que tengan las firmas de cosmética.
¿Y esto es bueno?, os preguntaréis. Todo lo que fomente la legalidad de lo que nos venden es bueno, mientras que todo lo que denigre algún componente que está estudiado y aceptado como seguro estará penalizado.
¿Y tú qué opinas?