La Organización Mundial de la Salud alerta sobre el contenido en azúcar en los alimentos para niños.
¿Sabes la cantidad de azúcar oculto qué está comiendo tu hijo? Dos estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que muchos alimentos infantiles se comercializan como “adecuados” y no lo son porque contienen unos altos niveles de azúcar. Ha creado, además, un Modelo de Perfil de Nutrientes para niños de 6 a 36 meses para clasificar alimentos y bebidas procesados y ultraprocesados con niveles excesivos de nutrientes críticos como azúcares, sal, grasas totales, grasas saturadas y grasas trans con el fin de ayudar en el diseño e implementación de varias estrategias relacionadas con la prevención y el control de la obesidad y el sobrepeso.
Según estos estudios, nuestros hijos están ingiriendo más azúcar de la que deberían y, un exceso de azúcar añadido provoca obesidad, diabetes y enfermedades cardiovasculares.
La OMS advierte de que el máximo azúcar que podemos ingerir es del 10% de las calorías diarias, tanto en niños como en adultos. Para una dieta de 2.000 calorías, estaríamos en unos 50 gramos de azúcar, el equivalente a unas 12 cucharillas de café. ¡Pero mi hijo no toma tanto azúcar!, dirás.
Efectivamente, no toma esa cantidad de azúcar sin más, pero sí que la ingiere en los alimentos procesados que la contienen. Y si los niños comen tanto azúcar es, evidentemente, porque se la damos los adultos.
Todavía está en nuestro imaginario colectivo que el azúcar proporciona energía y que es imprescindible para nuestro cerebro. Nuestro cerebro lo que necesita es glucosa para su desarrollo y funcionamiento adecuado, aproximadamente 5,6 mg de glucosa por cada 100 g de tejido cerebral por minuto. Y esa glucosa que necesitamos nuestro organismo la va a producir a través de varios mecanismos.
Lo primero que hay que saber es que la glucosa es una biomolécula de origen orgánico proveniente de la familia de los carbohidratos, da igual el que sea: un carbohidrato se metaboliza en azúcares (glucosa, fructosa y fibra) que son absorbidos por el torrente sanguíneo. Por lo tanto, una dieta variada ya provee al organismo de la glucosa necesaria.
Los niños mayores de 2 años deben entonces alimentarse con una dieta saludable que ha de incluir la cantidad necesaria de carbohidratos y lo importante es que la mayor parte de esos carbohidratos provengan de buenas fuentes y se limite el azúcar añadido y oculto.
Lo que sucede es que a los niños les gusta el sabor dulce y los adultos enseguida les damos un potito, que como veis contiene mucho azúcar, o unas salchichas que también lo contiene. No tenéis más que ir al supermercado y leer las etiquetas de los productos envasados: os llevaréis una sorpresa. El azúcar está enmascarado con diversos nombres como: jarabe de maíz de alta fructosa, jarabe de glucosa, concentrado de zumo de fruta, sacarosa, glucosa, dextrosa, jugo de caña, malta, melazas, lactosa, miel, etil maltol y maltodextrina.
No obstante, es más fácil permitir que los niños coman algo que les guste que empeñarnos en darles un plato de brécol o de cualquier otra verdura.
“Se espera que los alimentos para lactantes y niños pequeños cumplan con los consejos establecidos en materia de nutrición y composición. No obstante, existe la preocupación de que muchos productos puedan tener todavía un contenido demasiado alto de azúcares”, cuenta João Breda, jefe de la oficina europea de la OMS para la Prevención y el Control de las Enfermedades No Transmisibles.
Desgraciadamente no es siempre así y la industria alimentaria se mueve en el filo de la navaja, dentro de la legalidad (por supuesto), pero con falta de sentido común y, a veces, de ética. Y lo curioso del caso es que en ocasiones se escudan bajo el sello de algunas organizaciones de pediatría para convencernos de que lo que nos venden es saludable.
Por eso, hay que adecuar la alimentación de nuestros hijos a los consejos del pediatra y darles de comer sobre todo comida de verdad, y educarles en la idea de una buena nutrición.