No reconocer las caras de alguien conocido es un trastorno con nombre: se llama prosopagnosia.
No es difícil reconocer la imagen de arriba. A poco que nos fijemos, nos daremos cuenta de que se trata de Marilyn Monroe. A nosotros nos resulta fácil, ¿verdad? Pero no es así para un porcentaje muy pequeño de la población (aproximadamente un 2%) que padece prosopagnosia, una enfermedad rara que se caracteriza por la imposibilidad de reconocer los rostros de personas conocidas.
También se denomina ceguera facial o agnosia facial y es un trastorno neurológico que se caracteriza por la incapacidad de reconocer a familiares y amigos aunque sí pueden identificar las caras de desconocidos.
¿Habéis leído el libro de Oliver Sacks “El hombre que confundió a su mujer con un sombrero”? Oliver Sacks fue un famoso neurólogo londinense (falleció hace 4 años) que cuenta en esta obra sus anecdóticos casos clínicos; en uno de ellos relata cómo un músico conocido dejó de reconocer las caras de sus alumnos pero en cuanto hablaban ya sabía de quién se trataba. Aquello parecía una rareza más del músico hasta que unos años después le diganosticaron diabetes. Como esta enfermedad puede llevar aparejada problemas visuales le hicieron pruebas hasta comprobar si a sus ojos les pasaba nada: “No tiene usted nada en la vista, pero tiene usted problemas en las zonas visuales del cerebro. Yo no puedo ayudarle, ha de ver usted a un neurólogo”. Y así fue como el famoso músico conoció al doctor Sacks, quien le hizo un montón de pruebas para averiguar qué le pasaba al músico. En una de las visitas decidió que ésta había terminado y “empezó a mirar en torno buscando el sombrero. Extendió la mano y cogió a su esposa por la cabeza intentando ponérsela. ¡Parecía haber confundido a su mujer con un sombrero!”.
Éste es un caso real que nos puede dar idea de qué trata este trastorno tan complejo y que nos parece absurdo. Lo normal es que reconozcamos a cientos de personas con las que nos tratamos a diario o hayamos conocido a lo largo de nuestra vida porque los seres humanos para reconocer y procesar rostros ponemos en funcionamiento múltiples regiones cerebrales: con la corteza de asociación visual construimos la imagen; con los hipocampos y las regiones frontotemporales, comparamos y activamos sentimientos de familiaridad; con las regiones temporo-parietales activamos la memoria semántica, la que consiste en el reconocimiento del significado de los objetos, el vocabulario o el conocimiento de carácter general, y con el hemisferio izquierdo activamos las estructuras lingüísticas que codifican el nombre de la persona. O sea, nuestro cerebro tiene las herramientas necesarias para que de un golpe de vista sepamos ante quién estamos.
Pero nuestro cerebro esconde secretos que aún son infranqueables y quienes padecen prosopagnosia tienen algo parecido a una desconexión entre la vista y el cerebro. Todo les funciona bien, como los ojos, que sí son capaces de ver todas y cada una de las partes que del rostro, como los ojos, la nariz, la boca, el pelo…- pero su cerebro se muestra incapaz para interpretar esa información, no procesa lo que le dice el sentido de la vista y, en consecuencia, no saben ante quién está.
Este trastorno puede ser congénito o debido a un traumatismo, un derrame cerebral, una enfermedad degenerativa o incluso el consumo de drogas. El actor Brad Pitt afirmó hace unos años que él padece esta enfermedad a consecuencia del consumo de drogas; sin embargo, no ha vuelto a hacer referencia a su problema. Muchas de la personas con prosopagnosia ni siquiera saben que la padecen porque para reconocer a alguien se fijan en algunas características que las identifican: unas gafas, un lunar, pelo corto o pelo largo… hasta que en algún momento son diagnosticadas.
¿Tiene cura? De momento no; no existen fármacos que mejoren o curen esta enfermedad. Lo que se hace va encaminado a desarrollar estrategias para compensar el déficit en su mente. Y lo que sí se pide a quienes estén cerca de la persona con este problema es que ayuden con esas estrategias; por ejemplo, para que el prosopagnósico sepa quién se acerca, la persona debe decir su nombre en voz alta y así sepa ante quién está evitanto la incertidumbre de no saber la identidad de la persona que se le acerca.
Cuando podáis, leed el libro de Oliver Sacks. Vais a quedar fascinados con los misterios de la mente.