¿Se te van mucho los bolos?
Primero fueron Hilary Duff, Vanessa Hudgens y la Reina Máxima de Holanda, dinámicas jugadoras en sus respectivas cuentas sociales. Después, Elsa Pataky terminó de apuntalar la moda de jugar a los bolos compartiendo una partida con sus hijos, forma de ocio ciertamente extendida entre el común de los mortales.
Pero no es cosa de hoy esta andadura ‘publicitaria’ improvisada. En películas como Grease, El Gran Lebowski, Los Picapiedra, Vaya par de idiotas o Buffalo ’66, el clásico juego de bolos sirve de escenario a escenas clave.
Algo tienen los bolos cuando los bendicen. Las pistas parecen poseer cierto ‘efecto diván’ que da pie a toda clase de conversaciones confesionales e íntimas, ya sea entre personajes de ficción como entre los que ocupamos la llamada vida real. Por no hablar de otras ventajas, que citamos a continuación.
- Es una actividad para compartir con todos los públicos. Puedes jugar con todos los miembros e tu familia, de cualquier edad, y pasar un rato divertido.
- Tonificas el cuerpo y refuerzas la musculación (prueba a cambiar de brazo para equilibrar).
- Palias el estrés y mejoras la coordinación y el equilibrio.
- Fomentas el trabajo en equipo y el espíritu deportivo (y más si te montas una partida competitiva en equipos.
- Estrechas la relación con tus hijos y/o amigos practicando un deporte divertido que ayuda a reforzar el vínculo y genera recuerdos inolvidables.
Todas las ciudades ofrecen boleras, algunas bien pintonas, en las que además se puede comer algo rápido, sabroso y sin grandes pretensiones culinarias (lo que, para un día, suele ser del agrado de todo el mundo).
Puedes alquilar el equipo allí mismo. Chiquitruco antilesiones: recuerda calentar bien los hombros antes de empezar haciendo algunas rotaciones.
Una forma divertida de estar en forma y hacer relaciones sociales de una forma activa y deportiva. A la que se añaden un punto de juego muy importante para todos, porque en el fondo seguimos siendo como niños.