¿Quién es Arnold W.Klein? Uno de los dermatólogos más famosos a nivel internacional por haber desarrollado una técnica de rellenos de medicina estética para rejuvenecer de forma natural la cara, casi indetectable.
¿Eres de las que cuentas tus retoques de medicina estética o cirugía? O por el contrario, eres de las que restas años y pliegues a medida que cumples años. Si es así, ponte en buenas manos.
El objetivo del profesor Arnold W. Klein a la hora de tratar un paciente es “aportar, añadir valor a la cara, no cambiarla”. Para hacerlo usa “poco producto pero mucho tiempo”.“Me considero un artista, un artista de la cara”.
“Me apasiona la arquitectura de la cara. La medicina, además de ciencia, es arte. Y la dermatología me da las herramientas indispensables para poder jugar con ella, sin dañarla, para embellecerla aún más. El tapiz es la cara del paciente, el artista es el dermatólogo y el pincel la jeringuilla.
Este prestigioso dermatólogo conocido mundialmente como el arquitecto del rostro resume la aportación de los cirujanos estéticos bajo una máxima con mayúsculas:
“LO QUE HACEMOS DEBE DE SER INDETECTABLE”
“Lo natural es bello. Lo artificial no. Y el daño es siempre el mismo, el exceso”: demasiado Bótox, demasiado tinte, demasiado maquillaje, demasiados cosméticos…
En Japón, por ejemplo, llegan a aplicarse hasta ocho productos diarios. Tanto los médicos como los pacientes debemos saber cuando parar y no sobrepasar nunca la línea de la naturalidad. Por ello, yo recomiendo hacer siempre un buen diagnostico previo: estudiar los rasgos, detectar los puntos débiles, valorar la calidad de la piel, etc. Después intentaremos imaginarnos que vamos hacer y con qué. Debemos conocer a fondo el producto que utilizaremos, tanto para asegurarnos de la calidad, como para poder prever como se comportará después de haberlo inyectado.
“Odio los pinchazos”, explica Arnold W. Klein
Hay que inyectar muy despacio, dedicando a cada paciente todo el tiempo que sea necesario. Yo uso poco producto pero mucho tiempo. Dejo que el líquido fluya por debajo de la piel -no debajo del músculo como hacen muchos médicos-, sin prisas, y luego retiro la aguja muy suavemente. Trabajo con tanta delicadeza porque, a pesar de llevar toda la vida pinchando, odio los pinchazos. Ese temor personal es el que me ha motivado a innovar métodos mínimamente invasivos, sin corte ni bisturí.