Existe desde tiempos inmemoriales, pero no se lanzó al mercado hasta 1946 y tardó un cierto tiempo en popularizarse por ser considerado ‘indecente’. Hoy, el bikini tiene su propio día conmemorativo, el 5 de julio, se usa prácticamente en todo el mundo y consta de una amplia familia de prendas derivadas de su diseño matriz: el microkini (bikini minúsculo), monokini (sólo la parte de abajo), skirtini (la braguita es una pequeña falda), trikini (pieza que resulta de la unión de las dos partes del bikini por un elemento estrecho) o el controvertido burkini (burka en tejido apto para el baño que también usa Madonna por aquello de evitar la radiación solar).
Una se imagina la celebración del Día del Bikini con una monumental fiesta masiva estilo World Pride, un asalto a las calles en esa escasa ropa-interior-de-baño que, a fin de cuentas, supuso un punto de inflexión en la liberación de la mujer. Sería lo suyo, ¿no? Eso, o lanzar un manifiesto mundial por una verdadera Operación Bikini que no tenga nada que ver con dietas sino con verse divina con la prenda aunque no se sea una top model.
Mientras nos pensamos cómo celebrar, démosle un repaso a los bikinis –y sus portadoras- más famosos de la historia.
Si hay algún modelo fundacional de cómo se debe llevar el bikini, ése es el de Ursula Andress emergiendo cual Venus en Dr. No, el título del 62 de la saga James Bond. Imitada hasta la saciedad, su atlética figura supuso un antes y un después en la historia del cine y de la moda.
Menor, descarada, desquiciante… Sue Lyon encarnó una de las figuras femeninas más polémicas de la literatura, la seductora Lolita que trastorna a un hombre talludito y le vuelve un pelele a merced de sus caprichos. Y en bikini más todavía.
Hablando de apariciones estelares, ninguna como la de Brigitte Bardot en su primera edición de Cannes en el 53. Llegó como una perfecta desconocida y salió erigida en bomba sexual, papel que explotaría a lo largo de toda su carrera. El bikini tuvo gran parte de culpa.
El burkini nació como una propuesta de moda –y mejora de la calidad de vida- dirigida a las mujeres musulmanas. Las occidentales temerosas del sol, como Madonna, también han hecho suya esta prenda. A su lado, ajena a la furia de la radiación solar, su hijísima Lourdes María.
Decían algunos analistas de la cosa social que no hay verano hasta que no llega el posado / robado de Ana. Aunque hace tiempo que la bióloga colgó los hábitos por sentirse mayor, nos ha dejado un montón de imágenes –y de indescriptibles bikinis- para el recuerdo.