Con las cremas solares del año pasado a punto de ir a la basura, que siempre nos han dicho que caducaban de una temporada para otra, paramos las máquinas, que llega la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) y nos dice que no, que “si lo guardaste bien cerrado en el armario, has de saber que a los 12 meses mantienen su nivel de protección”. Y continúa diciendo que ellos “lo ha comprobado analizando su textura y su protección”. Vaya lío… ¿Y ahora, qué hacemos?
¡Qué queréis que os diga! A mí, este comunicado de una entidad tan solvente, en principio, como la OCU me causa desazón. Y no por tirar o no unas cremas solares y tener que gastarme un dinero (que puede que también), sino porque estamos jugando a un juego peligroso, que es la salud y la información.
Informar bien es el principio más serio de un periodista que se precie. Y si estamos siempre diciendo que cuidado con las cremas solares, que no las mantengamos de un año para otro, que pueden pasarse, que caducan, que se enrancian y que pueden dejar de proteger y ahora la OCU dice que no pasa nada… ya no sé qué deciros, que si las tenéis que tirar o ¡hala!, guardarlas en vuestro cesto de la playa, que no pasa nada.
Esto me recuerda a los famosos yogures del ministro Cañete que, hace unos años cuando se dijo que los yogures no caducaban, se comió uno pasado de fecha tan feliz delante de toda España. Aunque, también es verdad, que me pega que Miguel Arias Cañete se come cualquier cosa (y perdóneme, señor ex ministro).
Desde 2005, la Unión Europea establece que todos los cosméticos deben llevar en su etiquetado la fecha de caducidad o bien su consumo preferente. Éste se avisa con un tarro abierto dentro del cual aparece un número, el de los meses durante los cuales se puede utilizar el producto una vez lo hayamos abierto.
Así están las cosas cuando la OCU nos anima a seguir utilizando una crema solar que, en principio, ya no deberíamos usar. Lo que hizo la OCU fue comprar en septiembre de 2015 los cinco productos galardonados por esta misma entidad en su último análisis de cremas solares: Garnier Delial Sensitive Advanced, Nivea Sun Kids Protect & Sensitive, Eucerin Kids Sun Spray, Garnier Delial Spray hidratante y Nivea Sun Kids Spray hidratante. En su informe la OCU dice: “Las analizamos en el laboratorio y las guardamos bien cerradas en un armario hasta septiembre de 2016, cuando las sometimos a condiciones similares a las de un viaje real: 15 días a pleno sol, rozando temperaturas de hasta 40°C, además de varias horas a 4°C (simulando el tiempo que podrían pasar en la bodega de un avión).” Ojo, que de las cinco, tres son para niños.
Sin embargo, se guarda un as en la manga para que nadie luego vaya a tacharlos de irresponsables al decir que las protejas del Sol y las guardes dentro de un cajón o de un armario, que las conserves en un cuarto seco y fresco, no en cuarto de baño, donde la temperatura sea estable, de unos 22 ºC. ¡Decidme qué casa mantiene esa temperatura! Eso sí, podemos alquilarnos una bodega de esas que tanto abundan en nuestro país; en un estante, un vino y en otro, la crema solar del vecino del cuarto. Esto no tiene ni pies ni cabeza. Y como creo que se han dado cuenta, insisten en no pillarse los dedos diciendo que: “Ojo: si al abrir el bote compruebas que la crema huele mal, tiene un aspecto raro (como otro color), o su textura es más líquida, tíralo a la basura. Es probable que no esté bien conservado y haya perdido efectividad”.
Yo sigo dudando de este estudio; primero, porque contradicen lo que expresa la ley y segundo, porque ponen en cuestión los razonamientos de los directores científicos de los laboratorios de las marcas de cosmética.
Por eso, hemos preguntado en L’Oreal a Cristina Biurrun, su directora cientítica y doctora en química orgánica. Y lo que dice es esto:
“Depende de las condiciones en las que el producto haya estado almacenado o haya sido utilizado. Una vez que el producto ha sido abierto, depende de si el producto ha estado mucho tiempo expuesto al frío, a temperaturas muy altas o directamente al sol. Todas estas situaciones pueden hacer que el producto se altere y se degrade, por lo que no podemos garantizar ni su eficacia ni su seguridad al utilizarlo superado el PAO (en inglés, Period After Opening, o sea, el periodo de vida útil del producto). También puede depender del número de veces que utilicemos el producto, porque cuantas más veces lo abramos más lo exponemos a los microorganismos de nuestro entorno que pueden contaminarlos. Los usos repetidos, la utilización en el exterior, altas temperaturas y ambientes húmedos, que son las condiciones en las que habitualmente se utiliza un solar, son condiciones especialmente favorables para el desarrollo de estos microorganismos y por tanto, para la contaminación de los productos. Es decir, de nuevo, los productos pueden perder su eficacia y su seguridad. Todos estos aspectos son los que tienen en cuenta nuestros investigadores a la hora de establecer el PAO de nuestros productos. El objetivo es definir un plazo máximo en el que utilizar el producto de manera segura y con total garantía de su eficacia. Y por esto mismo, es por lo que animamos a los consumidores a utilizar los productos respetando su PAO. En los productos comercializados en farmacia, también se puede encontrar la fecha de caducidad. En este caso, al margen de que el producto haya sido o no abierto y utilizado, es recomendable no utilizar los productos que hayan superado esta fecha. El producto se ha formulado de tal manera que se garantiza su eficacia y seguridad, como mínimo, hasta la fecha indicada en el producto siempre que haya estado almacenado en unas condiciones adecuadas. Por esta razón, al igual que sucede con el PAO, recomendamos a los consumidores utilizar los productos solares respetando igualmente la fecha de caducidad. Superado el plazo indicado por el PAO o la fecha de caducidad, la eficacia y seguridad del producto no está garantizada. Su textura, color y olor pueden ser una referencia: si no son los del producto original no debería utilizarse el producto. Son signos claros de que está alterado y podría no ser seguro su uso, ni tener la eficacia esperada. Pero, el hecho de no ver diferencia una vez superado la fecha de caducidad o el PAO, no asegura que el producto tenga la misma eficacia, y esto es algo que también hay que tener muy claro”.
A mí, personalmente, me ha quedado claro y ya sé qué voy a hacer con los productos solares del año pasado que estén abiertos. ¿Y vosotras?