Las ensaladas son para el verano. Si hay una estación en la que el cuerpo nos pide especialmente este plato refrescante, sano, vistoso y versátil es la temporada estival. Las posibilidades son prácticamente infinitas aunque tienen sus secretos. Si te has propuesto convertirte en la reina de la mezcla vegetal más veraniega, aquí tienes 5 tips para crear la ensalada perfecta.
Que sean uno de los platos estrella del verano no es casual, son una de las mejores comidas para combatir el calor: las hortalizas son mayoritariamente agua, lo que nos permite mantenernos hidratados. Además protegen la piel del sol gracias a su alto contenido en betacaroteno. También son un alimento ligero: las verduras y hortalizas que forman parte de la base de la mayoría de las ensaladas son muy nutritivas y bajas en calorías. Y por su fuera poco el consumo habitual de alimentos crudos favorece la digestión, el control de la glucemia y del peso, retrasa el envejecimiento y aumenta la vitalidad.
Pues manos a la obra amigos, pongamos muchas ensaladas en nuestra vida y en nuestro verano. Como bien nos cuenta Jorge Vico, el chef del restaurante Montes de Galicia de Madrid, en la variedad está el gusto: “Para que una ensalada esté verdaderamente buena tiene que cumplir un requisito fundamental: variedad. Una ensalada que sólo lleve uno o dos ingredientes como muchas veces acostumbramos, es un plato plano, aburrido y monótono, que no entra ni por los ojos ni por el paladar”.
Por eso, para que una ensalada completa debe llevar al menos uno de cada uno de estos grupos de ingredientes:
1. Vegetales y hortalizas. La lechuga y el tomate son los clásicos entre los clásicos, pero hay mundo más allá de ellos: espinacas, kale, rúcula, escarola, endibias, canónigos, berros o germinados. Aguacate, pepino, remolacha, zanahoria, cebolla o rábano también son también básicos que nunca fallan, pero no te olvides de otros que solemos tomar cocinados, pero en crudo funcionan a las mil maravillas como champiñones, calabacín, pimiento o apio.
2. Alguna proteína: las de toda la vida como el atún, el queso o el huevo suelen combinar muy bien con las hortalizas, pero el pollo asado, los langostinos, el salmón, el bacalao o el pato son muy buenas opciones también, al igual que el tofu o la quinoa.
3. Un elemento crujiente del tipo de los croutons o frutos secos como nueces, pipas de calabaza o piñones, kikos o algunas semillas como el lino dorado o el sésamo, que además le añadirán un interesante valor nutricional.
4. Un buen aderezo, ese toque mágico final capaz de transformar cualquier ensalada: la típica vinagreta, la salsa césar, la de yogur, la de cúrcuma con pimienta negra… Aceites, vinagres, zumo de lima, miel, mostaza o mermelada, saca el alquimista que llevas dentro y mézclalos con arte.
5. Y algún extra del estilo con hierbas frescas (menta, albahaca, cilantro, cebollino…) sumadas a legumbres (guisantes, judías, garbanzos) o bien alguna fruta tanto fresca (fresas, pera, naranja, granada, piña, manzana, kiwi, uvas, moras) como deshidratada que concentra nutrientes muy valiosos y es una fuente importante de energía (ciruelas, higos, orejones, dátiles).