Hoy, 25 de abril, se celebra en todo el mundo el Día del ADN, que conmemora el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN -Ácido desoxirribonucleico-, (en inglés, DNA Deoxyribonucleic Acid) en 1953 por los investigadores James Watson y Francis Crick. Tal día como hoy se publicó su trabajo en Nature, una de las revista científicas más prestigiosas del mundo. El ADN es el tipo de molécula más compleja que se conoce y contiene toda la información necesaria de un ser vivo; es el carné de identidad de cada uno de nosotros, personal e intrasferible.
Si abrís Google y ponéis “ADN” aparecen en vuestra pantalla 66.700.000 resultados y si cambiáis al inglés, DNA, os encontráis con 354.000.000 de resultados. Sí, es una barbaridad porque conocer la estructura del ADN nos ha cambiado la vida más que cualquier otro descubrimiento.
Los padres de este invento genial son dos biólogos moleculares, James Watson y Francis Crick, ganadores del premio Nóbel en 1962 por estas investigaciones que revolucionaron la genética y la biología cuando eran un par de jóvenes. Aunque el ADN ya se conocía en aquellos años,no se sabía cómo era su estructuraba. Watson y Crick propusieron un modelo tridimensional de ADN definiéndola como “una estructura con dos cadenas helicoidales envueltas cada una alrededor del mismo eje”.
Pues bien, este descubrimiento ha condicionado ya toda la investigación posterior y su utilización para reducir el riesgo de sufrir enfermedades futuras es ya una realidad. Según el doctor José Ignacio Lao, médico genetista, director médico de Genomic Genetics, “el impacto de la genética en la medicina moderna es similar al que tuvo en su momento el descubrimiento de los antibióticos, ya que abre una nueva era dentro de la medicina, la prevención y el tratamiento y mejora de desequilibrios desde la información genética. Podemos decir que hay un antes y un después en la medicina a partir de la caracterización del genoma, pues además de revelar claves más objetivas que permiten entender el origen de las enfermedades, abre la puerta al desarrollo de medicamentos y terapias más efectivas y seguras”.
Reconozcamos que conocer el mapa genético y poder actuar sobre los factores que afectan a nuestro organismo es esencial para mejorar nuestra calidad de vida. Gracias al ADN podemos conocer las tendencia a enfermedades concretas y podemos evitar su aparición. Con esta herramienta se ha logrado que nazcan niños sin las enfermedades de sus padres; sin ir más lejos hace un par de meses en España nacieron unas gemelas sin el gen del cáncer de mama. ¡Qué gran noticia!
Pero además de ser el ADN el responsable de muchas enfermedades, también lo es de que tengamos los mismos ojos de nuestro padre o la belleza de nuestra madre. Es nuestro signo de identidad. Y gracias a él, podremos saber cuál es el mejor tratamiento para nuestra piel o qué deberemos comer para no engordar porque también existe el gen de la obesidad, y sirve para la mejora en la producción de los alimentos, para identificar a un asesino.
¡Felicidades, ADN: nos estás haciendo la vida más fácil!