Se acabó masticar. Qué gesto tan vulgar y primitivo. ¿Por qué usar los caninos y los molares cuando lo que mola de verdad es sorber con pajita? Ya sea prensada en frío, batida o mezclada, la comida líquida ha asaltado la escena healthy y está aquí para quedarse….
Los zumos son una manera cómoda y rápida de ingerir una notable cantidad de frutas y verduras sin despeinarse. En la misma batidora puedes meter superalimentos by the face, como el alga espirulina o la kale (berza en román paladino, pero si piensas que es kale igual te hace más efecto). Además son bajos en calorías y pueden ofrecer, ellos solitos (con la ayuda de alguna etiqueta registrada), un programa détox de varios días. Las bondades parecen estar claras. Si aún te quedan dudas, Instagram las disipa todas: los zumos de colorinchis son lo piú, hacen felices a la gente guapa y delgada que sabe cuidarse chachi.
¿Dónde está entonces el lado oscuro de los alimentos líquidos? ¿Realmente vale la pena pagar 50 euros por un día de limpieza con zumos? (o tres dígitos por varios días). ¿Cómo afecta el invento de marras a la salud humana y al planeta?
La variedad de zumo preferida es la prensada en frío por obra y gracia de una máquina que extrae todo el jugo del vegetal o la fruta y deshecha la pulpa. Esta técnica es la mejor, arguyen sus defensores, porque el calor generado por las palas de giro rápido de una licuadora convencional destruye las enzimas y nutrientes del producto. La cosa llega tan lejos que hay bloggers de fitness y alimentación saludable que hablan del zumo prensado en frío como si del sustituto natural del Red Bull se tratase. Toda una inyección de energía prístina y cristalina, como mamar directamente del pecho de la Naturaleza.
Los zumos han formado parte de las rutinas de salud integral durante años. Los exprimidores de Jack Lalanne de los años 70 los introdujeron en la cotidianidad de las familias. La evolución de la especie líquida ha desembocado en el actual panorama de apogeo, con los bares de zumos por toda ciudad que se precie, los documentales y libros de receta como apoyo y celebrities como Jennifer Aniston, Blake Lively, Gwyneth Paltrow o Beyoncé cantando sus bondades a los cuatro vientos –cuando no asociando sus rutilantes físicos a una marca comercial-. El negocio está claro: según la firma de investigación de mercado IBISWorld, la industria del zumo y de los bares de smoothies facturó 2.000 millones de dólares en los últimos 5 años (y va en aumento), de los que sólo el sector de prensado en frío acumula 100 millones de dólares anuales.
Vanessa Delli, propietaria y creadora de DelliCare Organic Beauty Café, nos explica que, por un lado, el zumo sí tiene beneficios positivos para la salud.
“Recibes fácilmente una fuente concentrada de nutrientes frescos. Las personas con dificultad para comer frutas y verduras son los principales candidatos para beneficiarse de los zumos, ya que pueden obtener la vitamina C y muchos antioxidantes sin tener que sentarse y comer. Como complemento, que no sustituto de la dieta, son fantásticos”.
Por otro lado, el zumo puede ser nocivo para la salud humana, “especialmente cuando se emprende un programa ‘détox’ de varios días porque el cuerpo no recibirá proteínas y muy probablemente decaerá la energía. De hecho estos programas se suelen recomendar en vacaciones”, aclara Delli.
Tampoco es baladí el impacto ambiental del zumo, teniendo en cuenta que cada botella contiene una gran cantidad de alimento. En un envase de 500ml puede haber hasta ¡2,5 kilos de frutas y verduras!
Hay dos problemas en este caso, el desperdicio de alimentos y la pulpa y piel que sobran. A menos que se reaproveche como abono, va a parar a la basura, donde emite significativas cantidades de metano, un gas de efecto invernadero 21 veces más potente que el dióxido de carbono. Considerando las cantidades de alimentos perecederos que compra un bar de zumos prensado en frío, las cifras se tornan monstruosas.
En conclusión, adelante con el zumo, pero con mesura. Dentro de una dieta equilibrada a base de sólidos y nunca como sistema para perder peso de manera rápida (lo que se pierde es agua y masa muscular y muy poca grasa) o para ‘desintoxicarse’ a lo largo de varios días sin supervisión médica.