La perfumería tiene normas. O eso creíamos. Porque Kurky, la nueva creación de Francis Kurkdjian, se presenta como un dulce golpe de estado aromático: un perfume sin jerarquías ni solemnidad, con olor a golosinas, estética de cuaderno de primaria y un mensaje tan claro como subversivo: ‘no dejes de jugar’.
El último lanzamiento de Francis Kurkdjian, Kurky, se inscribe en la apabullante tendencia de perfumes gourmand y nos devuelve a una infancia despreocupada.
Kurky no entra por la puerta del clasicismo olfativo (ese donde se reverencian las pirámides de notas y se habla en francés, aunque estés en Chamberí). En vez de eso, irrumpe como un niño en una boda: descalzo, con los labios manchados de frambuesa y una risa contagiosa que nadie puede detener. Porque, sí, esto huele a fruta. A melocotón y a frambuesa, concretamente. Pero también a piel recién lavada, a ropa limpia al sol y a tardes sin deberes.
Kurkdjian, que ya nos ha hecho flotar con Aqua Universalis y envolvernos en oro líquido con Baccarat Rouge 540, se descuelga con una propuesta radical en su sencillez: una fragancia lineal, sin evolución tradicional, que se presenta como es desde el primer spray. Como los niños honestos que te dicen que hueles raro, Kurky no pretende gustar a todos. Ni falta que hace.
El frasco mantiene la elegancia geométrica de la Maison, pero se tiñe de melocotón lacado. En él descansa una etiqueta escrita a mano con letra infantil. Un gesto que puede parecer naïf hasta que recuerdas que esta es la casa que ha creado perfumes para Versalles y burbujas aromáticas de cumpleaños. Kurkdjian siempre ha jugado entre el arte y la ironía.
No es casual que Kurky salga en un momento en el que la perfumería de nicho parece haberse tomado demasiado en serio a sí misma. Entre notas de incienso búlgaro en monasterios imaginarios y ADN animal recreado por IA, este perfume llega como un balde de agua de aspersor: libre, lúdico, delicioso.
Y no está solo en esta nueva ola de fragancias que apelan al recuerdo sin caer en la nostalgia empalagosa. Pienso en You de Glossier, en la delicadeza solar de Sun Song de Vuitton, Mmmm… de Juliette has a Gun, en ese Bubble Bath de Margiela que no sabes si es perfume o declaración de intenciones. Pero Kurky va más allá: no quiere solo evocar la infancia, quiere invitarte a vivirla de nuevo. Aunque lleves zapatos de tacón y tengas una ‘pedazo hipoteca’.
¿Perfume para adultos que quieren oler a caramelos? Puede sonar ridículo. Hasta que lo pruebas. Y entonces, quizá no haya vuelta atrás.
Precio: 185 euros / 70ml. En Isolée y Le Secret du Marais.