En el universo de la cosmética hay dos espumosos tensioactivos estrella que son protagonistas de la mayoría de los productos limpiadores que consumimos: el Sodium Lauryl Sulfate (SLS) y el Sodium Laureth Sulfate (SLES). Estos compuestos, conocidos por su habilidad para generar esa espumita tan gozosa que asociamos con la limpieza, están presentes en una amplia gama de productos de higiene personal, desde champús a jabones y pastas de dientes.
Sin embargo, detrás de sus burbujeantes promesas, se esconden efectos que podrían hacer que reconsideremos su uso. Atenta a tus productos con las siglas SLS y SLES en su formulación porque quizá haya que ponerlos en cuarentena.
Ojo al dato y a la irritación que producen en los ojos, la piel y la boca. Merece la pena leer la letra pequeña de los cosméticos y mirar si tienen SLS y SLES porque esconden una cara poco amable para tu piel y el medio ambiente.
¿Qué son el SLS y el SLES?
El SLS y el SLES son tensioactivos utilizados por su capacidad para eliminar la grasa y producir espuma. Aunque efectivos en la limpieza, su uso continuado puede tener consecuencias no tan deseables.
Impacto en la piel
Aunque son efectivos para producir espuma, pueden resecar y dañar la barrera protectora natural de la piel, además de causar irritación, picazón y deshidratación. Por otro lado, el SLS puede causar reacciones alérgicas, especialmente en personas con piel sensible.
Efectos adversos en el medio ambiente
Desde una perspectiva medioambiental, el SLS y el SLES se consideran biodegradables y no tienden a acumularse en los organismos acuáticos. Sin embargo, su producción y uso masivo plantean preocupaciones ambientales, especialmente en términos de contaminación del agua y efectos en la vida marina.
Existen alternativas más suaves
Afortunadamente, el mercado ofrece alternativas más suaves y respetuosas con la piel y el medio ambiente. Ingredientes como el glucósido de coco o tensioactivos derivados del azúcar son opciones menos irritantes que mantienen la eficacia en la limpieza sin los efectos adversos asociados al SLS y SLES.
Entonces, ¿ qué hacemos suprimimos estos activos de nuestras rutinas de belleza?
Si bien el SLS y el SLES han sido componentes básicos en muchos productos de higiene, es esencial estar informados sobre sus posibles efectos adversos. En caso de piel sensible o alérgica y dada su capacidad irritante es mejor evitarlos del todo o al menos espaciar su uso. Otra opción es optar por productos que utilicen tensioactivos más suaves. Además, puede ser una decisión beneficiosa tanto para nuestra piel como para el medio ambiente. Al final del día, una piel saludable y un planeta más limpio son razones suficientes para leer las etiquetas con un poco más de atención.