Ay, Belleza Pura. ¿Llega un momento en la vida en que una inyección puede hacer más por tu rostro que una noche de sueño reparador? Nos guste mucho o poco reconocerlo, puede ser que la medicina estética sea un recurso de altísima eficacia frente a otros ‘más naturales’. Aunque, claro, no todo va de presentar ‘un aspecto descansado y jovial’. Al hilo de ciertas tropelías que se vienen cometiendo en el sector, la Sociedad Española de Medicina Estética (SEME) ha decidido tomar cartas en el asunto.
Se ha presentado en Madrid Tu cara ya no me suena, una campaña divulgativa que quiere iluminar el camino de quienes, entre tutoriales de TikTok y sospechosas ofertas en Instagram, se sienten tentados a hacer de su rostro un campo de experimentación.

El ‘antes y después’ de Donatella Versace
La epidemia del ‘parecerse a…’ pinchándose de todo está en el objetivo de tu cara ya no me suena
En los últimos años, las redes sociales han servido de incubadora para tendencias que van desde lo anecdótico hasta lo francamente temerario. Si una transfusión sanguínea se anunciara con un ‘prueba nuestra nueva oferta, ahora con descuento’, nadie en su sano juicio la aceptaría. Sin embargo, muchos tratamientos estéticos que requieren personal médico especializado se promueven con esa misma lógica.
Según el estudio Percepción y Penetración de la Medicina Estética promovido por SEME:
- Un 47% de los españoles se ha sometido a algún procedimiento estético en su vida.
- El 65% de esos procedimientos fueron realizados por personas sin la debida cualificación médica.
- Un 20% se efectuaron en centros de belleza no regulados, peluquerías e incluso domicilios particulares (porque si confiar en un ‘manitas’ para arreglar una cañería ya da miedo, imagina para tocar tu rostro).
- Solo un 7% de los encuestados sabe que procedimientos como los neuromoduladores (más conocidos popularmente como ‘bótox‘) o los peelings profundos son de uso estrictamente médico.
Las famosas ‘Botox Party’ y otros despropósitos parecidos donde corren las inyecciones de todo tipo de sustancias de relleno para ponerse hasta las cejas de retoques
El presidente de la SEME, el doctor Juan Antonio López López-Pitalúa, lo resume de manera tajante: “Muchos de estos contenidos dibujan procedimientos médicos como sencillos e inocuos, pero en manos equivocadas pueden poner en jaque la seguridad del paciente”.
El problema no es solo que proliferen ‘profesionales’ con una preparación dudosa, sino que el acceso a materiales de procedencia incierta se ha disparado. ‘Es preocupante el incremento de tratamientos realizados con productos adquiridos en canales ilegales’, advierte la doctora Petra Vega, tesorera de la SEME. Es decir, si te preocupaba la seguridad de comprar cosmética en un bazar, imagina los riesgos de inyectarte un ‘retoque’ adquirido en el mercado negro.
La banalización de la medicina estética ha llevado a la proliferación de procedimientos inseguros, muchas veces ofrecidos como eventos sociales. Las llamadas Botox Parties y otras prácticas similares se han convertido en un peligro real, ya que se realizan en entornos no médicos y sin las debidas garantías de higiene o supervisión profesional. Estas situaciones exponen a los pacientes a infecciones, reacciones adversas e incluso secuelas irreversibles.
Un site para poner los puntos sobre las “íes”
Para frenar esta espiral de desinformación, Tu cara ya no me suena ofrece recursos claros y accesibles a través de su página web. Allí, cualquier persona podrá encontrar información rigurosa sobre prácticas seguras, riesgos de la mala praxis y señales de alarma (red flags) para detectar trampas en el sector.
La iniciativa también busca promover la importancia de la individualidad estética. La presión social y la moda efímera han impulsado la homogeneización de los rasgos, dando lugar a una generación de rostros clónicos en la que la identidad personal queda relegada. La SEME recuerda que la belleza reside en la autenticidad y que la mejor versión de uno mismo no se encuentra en un molde preestablecido, sino en el respeto y el cuidado de la propia imagen con criterios médicos y éticos.
Porque, al final del día, la belleza es subjetiva, pero la seguridad no debería serlo. Si un filtro de Instagram sale mal, siempre puedes desactivarlo. Con un tratamiento mal hecho, las consecuencias pueden no ser tan fácilmente reversibles. Apostar por la medicina estética con criterio profesional es la única manera de garantizar que los resultados sean armónicos, seguros y, sobre todo, respetuosos con la identidad de cada persona.