Cual marioneta dirigida por el nobilísimo y naturalísimo envejecimiento, tarde o temprano se conforman unas líneas (arruguitas, vaya) que van desde los laterales de la nariz hasta la comisura de la boca. A veces, se aventuran a explorar latitudes un poco más alejadas y llegan hasta la barbilla, confiriendo un aspecto cansado y triste.
¿Lo peor de estas arrugas en concreto? Que no forman parte del grupo de líneas ‘de expresión’, sino que se marcan en reposo. Si te preocupa el tema, tranquila. Hay varias soluciones para las líneas de marioneta.
“Se forman por distintas causas”, nos explica Lola Sopeña, fundadora de la clínica que lleva su nombre. “Las más importantes son la pérdida de elasticidad de la piel y la disminución del soporte de la masa ósea en la zona del pómulo que, junto con la gravedad, consigue que la grasa se desplace hacia abajo, creando esa arruga poco estética en la zona media mandibular”.
Con la gravedad hemos topado, amigas mías. Poco podemos hacer humanamente para combatir esta ley física que ningún abogado del planeta ha sido capaz de derogar… Como apuntábamos al principio de este post, las líneas ‘de expresión’ o dinámicas, que en la juventud se localizan en las patas de gallo, frente y ceño, desaparecen cuando dejamos de gesticular. Sin embargo, las arrugas que se forman con el paso del tiempo en el tercio inferior son estáticas. No desaparecen con el rostro en reposo y se hacen más profundas a medida que la pérdida de colágeno, elastina y grasa se va evidenciando.
El progreso nos propone unos cuantos tratamientos. Lola Sopeña nos pone sobre la pista del trabajo en cabina “con efecto lifting, recolocación de volúmenes y, finalmente, relleno”. Un sistema que rompe con aplicaciones obsoletas de relleno que “hacían que la arruga desaparecería, pero con un resultado poco natural y nada estético”, en palabras de la experta.
Otras ideas para suavizar las líneas de marioneta son la radiofrecuencia y los Ultrasonidos, los peelings químicos, los inductores de colágeno, los neuromoduladores (¡sí! también se emplean en el tercio inferior del rostro), la radiofrecuencia fraccionada o el láser.
La duración dependerá de cada tratamiento, así como del punto de partida en que se halle la piel. Como en cualquier otro aspecto relativo al envejecimiento, el factor genético es determinante, y también el estilo de vida. “Una piel bien alimentada y nutrida siempre tendrá menos flacidez”, puntualiza la fundadora de Clínicas Lola Sopeña. “Además, conviene evitar los tres grandes enemigos de la piel: el sol, el tabaco y el alcohol”. ¡Dicho queda!