La nueva novela autobiográfica de Sibila Freijo (A Coruña,1972), La Sal (Espasa), tiene muchas especias agridulces, de esas que la mayoría hemos probado en familia. Quizás las más amargas sean las que todos nos tenemos que tragar ante la muerte de nuestros padres. Creo que este libro es una especie de terapia de duelo, con recuerdos escabrosos, mucha reflexión y sobre todo grandes dosis de perdón.
En La Sal, Sibila Freijo adereza sus más crudos sentimientos frente a la muerte de su padre con toques de humor que aligeran esa relación imposible entre padre e hija. Después de leer el libro tenía que hacerle una entrevista, además de darle la enhorabuena.
Cuando la muerte entra en escena se produce esa catarsis donde hay mucho que rumiar. Porque detrás de la muerte de un padre, sea maltratador o no, irremediablemente brota la memoria de toda una vida juntos. Eso es lo que ha hecho Sibila en La Sal, desde una relación complicada en la que el amor y el odio cabalgan juntos.
Es la quinta novela que escribe Sibila Freijo, las anteriores eran de género erótico, mucho más divertidas. Pero La Sal es la que más me ha gustado porque es verdad pura y bastante dura.
Sibila Freijo es una mujer y madre trabajadora, una escritora valiente y una gran aventurera. A sus espaldas lleva más de veinte años de periodismo digital, también ha publicado en papel para revistas de Estilo de Vida, Corazón o Viajes…”Desde la pandemia dejé un poco más de lado esa faceta y ahora tengo una pequeña tienda en Madrid -Petit Zoco- donde vendo lo que me da la gana (objetos antiguos, ropa, complementos, cosas de mis viajes), escribo, viajo todo lo que puedo (y eso es muy a menudo) colaboro con la revista Cosmopolitan y soy madre a tiempo parcial.”
BP: ¿Ha sido la muerte de tu padre más importante que su propia vida o es el ciclo completo lo que cuenta?
Sibila Freijo: “Para mí, la muerte de mi padre fue el detonante para comprenderle y perdonarle y hasta cierto punto, para empezar a quererle en paz, como digo en la novela. La muerte todo lo puede; incluso puede con el rencor, con el odio…”
“Desde que mi padre murió y empecé a escribir La Sal, me quedé en paz con su memoria pero a la vez con un sentimiento muy amargo, el de que en realidad nunca tuve un padre y ya nunca lo tendría. El sentimiento de lo irremediable, de lo que ya no puede ser. Los portugueses le llaman saúdade…”
BP: ¿Te ha servido de terapia el libro?
Sibila Freijo: “Al ordenar y recolocar los recuerdos del pasado y tener la foto completa uno se queda más en paz. Necesitaba hacer este trabajo de memoria porque todo el rencor que sentía contra mi padre empañaba mucho las cosas buenas que también me dio. Es un ejercicio de perdón y de comprensión. Tenía que hacer las paces con él y también con mi mala infancia, algo que llevo y llevaré siempre a cuestas. También necesitaba perdonarme a mí, porque, a pesar de todo, me sentía muy culpable, muy “mala hija”. Pero igual que esta historia me ha servido para recolocar también he descubierto otras cosas no tan agradables de las que no me había dado cuenta antes. La escritura autobiográfica es una especie de revolución interna…De hecho yo he empezado a hacer terapia a partir de escribir esta historia. No me ha ahorrado el psicólogo.“
BP: ¿Crees que les puede servir a los demás?
Sibila Freijo: “Mucha gente estos días en las entrevistas que estoy haciendo o las personas que me leen me dicen que se sienten identificadas con bastantes de las cosas o situaciones que relato en el libro. Quien más y quien menos tiene o ha tenido problemas familiares. Hay pocas familias perfectas, pero aún así, tenemos que apañarnos con ellas.”
“Esta novela es una historia de recuerdos de la infancia, un retrato de una relación imposible entre un padre y una hija. También es la cronología de una muerte vivida en primera persona. Pero además es una novela de vida, de las tristezas y de las alegrías de la vida, con sus luces y sus sombras. No es un drama; creo que tiene un mensaje muy bonito y esperanzador.
He intentado hacer un ejercicio de honestidad y de compresión, de ver lo malo y lo bueno de las personas de mi familia, incluso si me han dañado. Y sí, hasta cierto punto es pornografía sentimental pero tampoco creo que se trate de una novela “cruda”. Está contada sin rencor y bastante sentido del humor.”
BP: ¿Esta novela es dramática, de autoestima o es la comedia de la vida contada en primera persona?
Sibila Freijo: “La autoestima debería empezar por ponernos delante de un espejo y saber reírnos de nosotros mismos y nuestras miserias.”
BP: ¿Realmente sirve de algo perdonar?
Sibila Freijo: “Sirve de muchísimo. Te quedas muy en paz. El rencor es junto con la envidia de los peores sentimientos que uno puede tener. Hace mucho daño, sobre todo al emisor.”
BP: ¿Cuánto tienen la memoria y la realidad de fantasía?
Sibila Freijo: “Está claro que todo está manipulado por nuestra memoria y nuestra subjetividad, el modo en el que vivimos las cosas. Lo que para uno es terrible para otro no tiene la más mínima importancia. Nuestra propia personalidad condiciona nuestra manera de mirar y comprender y eso implica también nuestro pasado y el relato que nos hacemos de él.”
BP: ¿Qué opinas sobre lo que dicen los psicólogos ahora de que la sobreprotección a los hijos es el peor maltrato que les puedes dar?
Sibila Freijo: “Pues no estoy del todo de acuerdo. El tener a los niños entre algodones como se hace ahora, la “adoración al hijo” no les hace mucho bien, pero diría que el peor maltrato que puede recibir un niño pequeño es la indiferencia , el sentirse desamparado y desprotegido, falto de afecto. Desde ese punto de vista, creo que es mejor la sobreprotección a la indiferencia o la dejadez. Obviamente lo deseable es un término medio, querer y cuidar a tus hijos dejándolos libres y siendo conscientes de que nuestros hijos no son “nuestros”.
BP: ¿Cómo te inspiras cada día después de haber sido hija y siendo ahora madre?
Sibila Freijo: “Pues como digo en la novela “soy como ciego dando palos de ciego intentando no caer al andén del metro”. En la mayoría de los casos, he aprendido a ser madre a base de golpes, es decir, aprendiendo de mis errores y dándome cuenta de ellos. Pero es un trabajo muy ingrato; nunca se está contento con él. Ser madre es como ser jefe. Da igual lo que hagas. Siempre te van a criticar o a echar algo en cara. Y nosotras somos nuestras juezas más estrictas. Creo que la cosa pasa por pensar que somos mujeres y además madres. Hay madres que creo que se han olvidado de ser mujeres, que se olvidan de ellas por el camino.”
BP: ¿Repites lo que han hecho tus padres contigo?
Sibila Freijo: “Intento no repetir lo malo pero sí lo bueno; de todas formas, uno no puede dejar de lado la herencia genética ni tampoco el hecho de que eres quien eres por lo que has vivido. Lo importante es ser consciente de lo que no quieres repetir…y cuando se hace difícil, para eso están los psicólogos, las terapias…”
BP: ¿Cuáles son las cosas buenas que te han dejado tus padres?
Sibila Freijo: “Estar en el mundo es la más importante. A veces obviamos lo básico. Además, en el caso de mi padre está lo que cuento en La Sal: el amor por la literatura, el cine, la cultura y darme una cierta sensibilidad, el sentido del humor. De mi madre, el temperamento un poco alocado y sentirme libre siempre de hacer o decir lo que quiero.”
“El crecer de esta manera me ha hecho ser (a la fuerza) una mujer muy independiente con una capacidad bastante insólita de levantarme cuando me caigo, una y mil veces… Crecer inestable te hace a veces increíblemente fuerte, a pesar de la aparente fragilidad.”
BP: ¿Tienes alguna novela nueva entre manos?
Sibila Freijo: “Como dice Bogart en Casablanca, nunca hago planes por anticipado. Odio planificar. Prefiero ir yendo a donde la vida me vaya llevando. De momento disfrutar de esta novela “recién nacida” y hacer que llegue a mucha gente es mi principal trabajo. Pero sí, tengo dos o tres historias en la cabeza e imagino que no tardaré mucho en ponerme a escribir de nuevo.”
BP: ¿Qué es para ti la belleza?
Sibila Freijo: “La belleza es un equilibrio entre estar bien por dentro y por fuera. Me gusta estar guapa pero no me gusta hacer casi nada de lo que hay que hacer para conseguirlo. Soy perezosa para los cuidados. Reconozco que en cuanto a rutinas de belleza hago lo básico y más bien poco. Eso sí, no puedo salir de casa sin maquillarme algo (aunque sea un poco) y sin perfume. Si me olvido del perfume, vuelvo a casa. Desde los cuarenta -y como me encanta comer y beber- me tomo lo del ejercicio como una obligación y hago Bikram Yoga, natación o gimnasio, dependiendo de las épocas, pero al menos tres veces por semana. ..y soy completamente adicta al Hamman o baño turco.”