Quienes buscan las claves de la ‘vida eterna’ esperan encontrar una respuesta al avance del naturalísimo envejecimiento en los suplementos alimenticios -entre otras estrategias-. Ahora bien, ¿vale la pena hacer esta inversión?

El Dr. Jorge Soto de Delás, dermatólogo del GEDET (Grupo Español de Dermatología Estética y Terapéutica) de la AEDV, nos da su veredicto.

El bienestar y la medicina preventiva definen la manera actual de entender la salud. Muchas de las herramientas propuestas no son nuevas -son tan viejas como la humanidad-, lo nuevo es nuestra capacidad de ponerles nombre y estudiar sus beneficios. ¿Cuántos negocios conoces relacionados con el bienestar y cuántos crees que conocía tu abuela? ¿Sueñan los androides con efervescente kombucha? ¿Podemos plantar cara al envejecimiento tomando ciertos complementos alimenticios o nutricosméticos cada día?

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Suplementos y envejecimiento: relación si la hubiere

El Dr. Soto nos ayuda a enumerar los benditas ‘tendencias’ que venimos incorporando, o tratando de:

-La práctica regular de ejercicio físico (el marcador más contrastado para garantizar un envejecimiento saludable según concuerdan todos los estudios al respecto).

-La calidad del sueño.

-La nutrición adecuada.

-La mantención del peso corporal correcto.

-El control del estrés.

-La actividad intelectual cognitiva.

Interacción social.

-Monitorizar la salud.

-Fotoprotegerse adecuadamente (la cara, siempre, y en toda época del año. También hay que recibir algo de radiación solar sin fotoprotección para sintetizar vitamina D).

-No fumar, y beber lo justo (muy poco, hay que admitirlo).

Todas estas pautas se deben modular en función del sexo, la edad y la actividad diaria. Y ¿qué hacemos con los suplementos anti-envejecimiento?

“A día de hoy no tenemos suficientes parámetros para emitir un veredicto. Prometen más de lo que aporta la evidencia científica. El futuro hace presagiar que algunas moléculas van por buen camino para frenar el envejecimiento, pero aún es pronto para concluir”.

El Dr. Soto nos pone en la pista sobre estas prometedoras moléculas que podrían suponer el despegue definitivo del suplemento como herramienta pro-age (envejecer de forma saludable). Atención, porque algunas son también caras a los ojos de David Sinclair, el famoso genetista que se ha hecho popular en los últimos tiempos por considerar el envejecimiento como ‘una enfermedad’ (y actuar en consecuencia para frenar sus efectos).

Espermidina: una poliamina natural con un rol clave en la diferenciación celular. Dado que va disminuyendo a medida que cumplimos años, es interesante incluirla en la dieta. Además, los estudios han demostrado que las personas que la consumen, viven más. En la piel, la espermidina mejora la función barrera, aumenta los lípidos de la capa córnea y activa genes de rejuvenecimiento. Se encuentra en el queso azul, los champiñones, las legumbres, frutos secos y los cereales.

Metformina: fármaco que se utiliza desde hace más de 50 años para tratar la diabetes tipo 2 puesto que ayuda a controlar la cantidad de glucosa en sangre. Es uno de los suplementos que asegura usar Sinclair por sus beneficios colaterales antienvejecimiento, anticancerígenos, contra el desgaste de los telómeros y la senescencia celular.

Quercetina: flavonoide presente en frutas, verduras y semillas (cebolla, manzana y té). Es antioxidante, antibacteriano y antiinflamatorio.

Resveratrol, cúrcuma, astaxantina: actúan contrarrestando el estrés producido por especies reactivas de oxígeno.

Y la pregunta que todos nos estamos haciendo: ¿de qué depende su eficacia?

El Dr. Soto nos cuenta que “aún falta dar con la dosis, el tiempo de uso, la toxicidad, si pueden actuar como antagonistas (frenando la acción positiva de otra sustancia o actividad) y también determinar cuándo es bueno comenzar a utilizarlas, puesto que no podemos estandarizar la dosis. De la misma forma, algunas de estas moléculas no actúan igual en hombres que en mujeres”.

En cuanto a los antioxidantes, de uso tan popular -e indiscriminado-, amén de normalmente ‘autoadministrado’ sin supervisión médica, “su uso no está justificado cuando existe una buena nutrición”.