El glitter es a al verano lo que la sandía, la crema solar y los romances efímeros.

Cuanto mayor me hago, más glitter quiero. Y no soy la única: en los festivales se ven muchos seres humanos con segundo cromosoma Y profusamente adornados con su glitter de cabecera.

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Paleta Glitter Goals de Nyx. Precio: 29,90 euros.

Sucede que el glitter trasciende géneros, clases sociales y culturas. El glitter, amiga mía, he descubierto en alguno de mis escasos momentos de lucidez, es mucho más desprender un arrebatador brillo facial y corporal. El glitter es, sobre todo, un estado mental.

Una vez lo pruebas no hay vuelta atrás. Palabrita de servidora. Ya sea de día o de noche, sólo soy infiel al glitter por las sombras flúor, las únicas capaces de ‘hacer sombra’ (qué chiste más malo) a la purpu por su capacidad de iluminar la mirada con la fuerza de una bombilla de cuchucientos mil voltios.

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Soft Glamour Shimmer Bomb, de Revolution. Precio: 4,99 euros, lo encuentras en Druni

Para iniciarte en esta disciplina que ya no querrás abandonar nunca, el mercado te ofrece un sinfín de productos en forma de sombra de ojos, pero también de iluminadores o brillos labiales.

Las sombras son de colores o en acabado metálico (muy ad hoc para Navidad), y generalmente se trata de sombras en crema que se aplican mejor con el dedo que con una brocha, a menos que quieras hacerte un detalle sencillo.

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Million Dollar Glow, de Wibo. Iluminador de rostro y cuerpo. Precio: 11,99 euros, en Druni.

En Internet encontrarás inspiración para muchos (muchísimos) looks a base de glitter. Se puede ‘gestionar’ como un toque sutil para iluminar la mirada o como un imponente total look cubriendo todo el párpado, así como combinar con las flúor, con un eyeliner flotante… rienda suelta a la fantasía.

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Paleta Luxx Shadow de XX, de Revolution. Precio: 22,99 euros.

Disclaimer: si te preocupa el medioambiente, y con gran dolor de mi corazón, no es el maquillaje más recomendable. El glitter está compuesto por partículas de plástico no reciclable que terminan acumulándose en los océanos. Además, al tener un tamaño tan micro, son sumamente difíciles de capturar y eliminar. De hecho, en eventos como Burning Man hace tiempo que se prohibió por su política de mantener el desierto de Black Rock donde se celebra el festival lo más limpio posible. En este sentido, me consta que hay personal alojado en la zona durante el mes posterior al evento para retirar ¡con pinzas! cualquier tipo de resto que haya quedado, por minúsculo que sea.

¿Para conciliar la razonable ansia por brillar con el cuidado del planeta? Echa un ojo a Bioglitter, la única marca certificada (hasta el momento) por su purpurina biodegradable.