La menstruación supone un vaivén hormonal como la copa de un pino. A cada fase acompaña su correspondiente cambio en el estado anímico

La regla es un proceso sumamente revelador. Conocer las distintas fases emocionales que se derivan de la menstruación es una maravillosa manera de lidiar contigo misma.

Una mujer (o persona menstruante, que se dice en algunos entornos), ‘soporta’ su menstruación durante unos 40 años de media. Y, aunque la tendencia inicial pueda ser maldecir esta ‘perra’ suerte que nos ha regalado la biología, incluso en el peor de los casos la regla actúa como un faro de la Verdad más íntima. ¿Es posible convivir con la regla antes que aguantarla como a una pariente íntima sumamente pesada? 

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Madurar consiste en pagar facturas congraciarse con las circunstancias. Alíate con tu regla y comprenderás mejor de dónde salen algunas de tus reacciones ‘inexplicables’. ¡Y también sabrás cuándo es tu mejor momento ‘hormonal’ para tomar decisiones! Ni Mercurio retrogrado da tantas pistas 😉.

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Foto de Cindy Sherman

Fase folicular: un carrusel de emociones.

La primera fase del ciclo comienza con emociones fuertes, es decir, con la regla, en la que nos detendremos en profundidad más adelante (nobleza obliga). Tras completar la menstruación, la fase folicular abarca hasta la liberación del óvulo. Suele durar unos 14 días y se acorta con la llegada de la menopausia.

Vamos con ese importante ‘inciso’ de la fase folicular: la menstruación. El periodo. La regla. Comprende el primer día de sangrado y termina cuando te retiras el artefacto higiénico de tu elección.

Durante estos días, se produce una bajada notable de los estrógenos, hormona ligada directamente con el sistema nervioso. Cuando los estrógenos caen, también lo hacen hormonas de la felicidad como las endorfinas, las encefalinas y la serotonina. ¿La regla te da bajona? Comprensible, puesto que a este escenario se suma un descenso del estradiol, la hormona que protagoniza la actividad de la libido, y también la progesterona cae en picado.

Menos deseo sexual, menos buen rollo, más sueño… Si a esto le sumamos la inflamación, nos encontramos con un panorama que posiblemente te resulte familiar: ese que, a veces, lleva a comentar en el entorno “debe tener la regla”.

Muchísimas mujeres dejan pasar oportunidades de hacer vida social o personal en los días más críticos de la menstruación. Si sientes que tienes que descansar y dedicarte un tiempo, permítetelo. Tienes todo el resto del mes para explorar tu energía en un entorno hormonal más propicio.

Una vez termina el sangrado, continúa la fase folicular con un agradable ascenso del estradiol. Las hormonas de la felicidad recuperan sus niveles habituales. Es posible que te sientas mejor, mas dinámica y con más confianza en ti misma.

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Chloë Sevigny para Opening Ceremony

Fase ovulatoria: la primavera de la regla o los días en que todas podemos ser Beyoncé.

Es la ventanita de oportunidad que nos da la naturaleza para concebir a nuestra descendencia. Es mucho más corta de lo que se tiende a pensar (apenas dura de 12 a 36 horas) y se produce en un entorno en el que la progesterona se encuentra con un alto pico de estrógenos y oxitocina, la hormona del vínculo.

Además de notarlo en la libido, es muy probable que te sientas más concentrada y que percibas un mayor rendimiento intelectual.

En general, y atendiendo únicamente al chorreón de hormonas que segrega nuestro cerebro, son los mejores días para tomar decisiones, emprender proyectos, expresar tus ideas… Y sí, es una fase efectivamente demasiado corta.

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Furia numantina y apatía se dan la mano durante el síndrome premenstrual

Fase lútea: la danza de la ‘decadencia’.

Si ese único y ‘milagroso’ óvulo de los días previos no ha sido fecundado, comenzará la fase lútea. El otoño de la menstruación.

El cuerpo se prepara para expulsar esa célula conjurando una notable disminución de estrógenos y progesterona. Este entorno alcanza su pico más ‘dramático’ en la semana anterior a la regla, que en algunos casos deriva en el conocido como ‘síndrome premenstrual’.

Los síntomas son múltiples y de sobra conocidos para la inmensa mayoría de mujeres. Mayor irritabilidad, más vulnerabilidad (esa encantadora ñoñería que hace que llores por nada), más ansiedad, peor calidad del sueño, apetito por la destrucción (y por alimentos llenos de azúcar y grasa), cambios de humor, bajada de autoestima… ¡Una gozada, señora!

Si eres de las que acusa mucho el impacto de la fase lútea, te sugiero que te dediques mucho cariño y comprensión. Así como la puesta en marcha de estrategias de cuidado como la práctica de ejercicio suave, una alimentación saludable basada en alimentos frescos, dormir las horas adecuadas y un prudencial aislamiento antes de pegar un grito o pasar a mayores.

Conocer tus fases menstruales te ayudará a transitar por la vida con más aplomo, Belleza Pura. Observa tu ciclo, aprécialo, mímalo y convive con él. Es un medidor de salud en toda regla.