Ser feliz es un noble propósito de año nuevo. Más que de sonreír cuando no te apetece, habla de saber tomar perspectiva y llevarse bien con uno mismo.
A ser feliz no se aprende bebiendo el café en una taza sonriente, ni tampoco empeñándose en hacer de cada ‘fracaso’ una ‘oportunidad’. ¿A qué llamamos ser feliz?
Pongamos que ser feliz es ‘sencillamente’ ser el mejor compañero de la persona más importante de tu vida: tú mism@. Esto implica tener cierto (mucho) control de las emociones y ser tu mejor consejero y coach. Es factible, pero requiere entrenamiento. Laura Palomares, psicóloga de Avance Psicólogos Madrid, nos facilita algunas claves para conseguir estas herramientas.
El monólogo (o diálogo) interno que atraviesa nuestra mente configura nuestra voluntad de un modo inimaginable. Lo que nos decimos de nosotros mismos, de nuestras posibilidades, marca la diferencia entre vivir abrumado por las circunstancias o con una actitud proactiva y confiada.
No olvides nunca que a cada acción le precede un pensamiento. Como son precisamente nuestras acciones las que nos definen, cuida tus pensamientos y tus acciones seguirán la senda que te estás trazando.
Borra los pensamientos negativos de tu mente y serás más feliz
Laura Palomares nos habla así de los pensamientos negativos que a veces envenenan nuestra mente: “los pensamientos negativos suelen ser distorsiones de la realidad que, de creerlos a pies juntillas, nos pueden hacer sufrir de más y en balde. Para desarrollar un pensamiento más constructivo, es importante aprender a identificar primero estas distorsiones, darnos cuenta de que nos están generando una emoción negativa que podemos determinar, ya sea tristeza, rabia, frustración, etc., y, finalmente, generar un pensamiento alternativo ajustado a la realidad, no ideal o rosa, sino realista a la vez que constructivo”.
¿Cómo desactivar esta negatividad y autodestrucción? Escribir es siempre una buena idea, porque favorece la reflexión. Algo así como un diario de expiación de los males, que todos tenemos muchos y variados. La experta nos recomienda este ejercicio práctico:
- Anota el pensamiento negativo, por otro lado, la emoción y, después, el pensamiento ajustado. El simple hecho de pararte a profundizar en aquello que te produce tanto malestar te ayuda a verlo desde nuevos ángulos. De esta manera podrás valorar detalles en los que no habías reparado cuando eres presa de la emoción negativa.
- También es interesante anotar en qué tipo de situaciones te suele ocurrir, ya que puede darte información valiosa sobre los detonantes de estos pensamientos. Con el tiempo y la práctica fluirá solo y ya no te será necesario anotarlo.
Siempre positivo, nunca negativo (excepto en los test Covid)… ¡ Arriba la salud mental!