Tener miedo a la vacuna contra la Covid-19 es normal porque aún es una desconocida, pero más vale perderle ese temor porque las vacunas han venido para salvarnos la vida.
Ya está aquí. Lo que habíamos pedido con tanto ahínco, la vacuna contra la Covid-19, ya está disponible. Es más, de momento hay 3 vacunas. Y todos los gobiernos del mundo ya están haciendo acopio de alguna de ella para administrarla a la población.
Sin embargo, lo que se pedía con tanta euforia parece que ahora se mira con recelo. ¿Son seguras? ¿Tendrán efectos secundarios? ¿Tendremos que vacunarnos más de una vez?
Es muy curioso lo que está pasando con esta vacuna contra la Covid-19: da miedo. ¿Por qué? Quizá el temor a lo desconocido. Puede ser que tanta información que estamos consumiendo desde que se declarara la pandemia el 11 de marzo de este año sea la causa de tanta desinformación. Es posible que haya demasiadas voces hablando sobre el coronavirus y la vacuna, y que no sepamos discernir qué es lo válido y qué es lo que no lo es.
España, un país con mucha tradición en vacunas
Un 98,5% de los niños españoles son vacunados durante el primer año de su vida y eso que la vacunación no es obligatoria en nuestro país. A pesar de que no lo sea, la cobertura en España en tan buena que muy pocos padres dejan de vacunar a sus hijos.
Gracias a estas vacunas, como la de la poliomilitis, la difteria, el tétanos, etc. estas enfermedades, potencialmente mortales, están erradicadas. Una de las que ya no hemos vuelto a tener noticias (afortunadamente) es de la viruela. El último caso ocurrió en Somalia en 1977.
Esta vacuna, con una gran historia detrás (la de la Expedición Balmis) es la prueba patente de que una buena campaña de vacunación es efectiva para eliminar un virus.
Corre, Forrest, corre
Otro caso más cercano es el de la poliomielitis, que aún se administra a los niños durante el primer año de su vida.
Este virus causa parálisis en los niños y afecta al sistema nervioso. La primera vacuna llegó en 1954, pero fue la de 1964, la trivalente la que se empezó a inocular a la población infantil.
Las colas en los consultorios para administrar la trivalente eran siempre enormes. En ningún momento hubo reticencias para que nos suministraran la vacuna porque lo que se veía en los colegio o en las calles eran niños semiparalíticos con aparatos en las piernas que apenas podían caminar. ¿Os acordáis de Forrest Gump y cómo corría deshaciéndose de los hierros que cubrían sus piernas? Esos eran los aparatos que llevaban los niños afectados por poliomielitis, si es que conseguían salir con vida de esa enfermedad.
¿Qué sucede con la vacuna de la Covid-19?
Sin embargo, el sentimiento que embarga a los ciudadanos con respecto a la vacuna contra la Covid-19 ha variado con el tiempo. Según el CIS (Centro de Estudios Sociológicos), mientras en septiembre, un 44% se vacunarían inmediatamente, en octubre ya son unos pocos menos (un 43,8%). En noviembre, se rajan más españoles y sólo se la pondrían un 36,8%. Un mes más tarde, más se echan atrás, y sólo un 32,5% se pondrían el antídoto.
Además, nuestros compatriotas opinan que prefieren esperar a conocer los efectos secundarios de estas vacunas. O sea: espero a que se la ponga otro y mientras tanto ese otro me protege, ¿no? ¿Es ese el pensamiento colectivo? ¿Nos estamos dejando influir por paranoias y bulos que no nos protegen sino que nos desinforman?
Hasta ahora hay 200 ensayos
Desde que comenzó la pandemia, se están llevando a cabo hasta 200 ensayos de vacunas contra la Covid-19. Hasta ahora, 3 han demostrado su eficacia en una muestra muy alta.
La vacuna que, de momento, llevan la voz cantante es la de Pfizer y BioNTech, que ha sido ensayada en 43.500 personas y ha sido efectiva en un 95% de los casos. Se espera que podremos vacunarnos con ella a finales de este mes de diciembre.
La de los laboratorios Moderna tiene una efectividad del 94,1% y ha sido probada en 30.000 personas. Y la de Oxford AztraZeneca se ha ensayado en 23.745 personas, también con una eficacia superior al 90%.
¿Por qué entonces ese miedo?
Todas estas vacunas han sido probadas en miles de personas. Las autoridades sanitarias están atentas a todo lo que sucede y los laboratorios trabajan sin descanso para ofrecernos un salvavidas que haga que nos olvidemos de esta pesadilla.
Sin embargo, la duda y el miedo a la vacuna contra la Covid-19 no se superan. Cuantas más noticias tenemos sobre ellas y más información hay menos confianza.
La OMS explica que “existen muchas medidas estrictas de protección para garantizar que las vacunas contra la COVID-19 sean seguras. Como todas las vacunas, las que se desarrollen contra la COVID-19, se deberán someter a un riguroso proceso de ensayos en muchas fases, incluidos ensayos amplios (fase III) que abarcan a decenas de miles de personas. Esos ensayos, que incluyen a personas de alto riesgo respecto de la COVID-19, están especialmente concebidos para identificar cualquier efecto secundario habitual“.
Luego, nada se deja al azar. Pfizer acaba de hacer públicos los resultados de los efectos secundarios de su vacuna.
Las vacunas tienen que demostrar su seguridad y son los medicamentos más vigilados: se les administran a personas sanas y las agencias reguladoras son muy estrictas con ellas.
Por otro lado, una persona vacunada va a ser una persona vigilada porque es muy importante que se siga viendo cómo funciona.
Si no ha habido reticencias con otras vacunas, como la de la polio o la de la gripe, ¿por qué esta inquina contra esta vacuna que puede salvar vidas?
¿Te has puesto a leer con detenimiento el prospecto de cualquier medicamente que tienes en casa? En cuanto te lo prescribe el médico te lo tomas para curarte, ¿no es verdad? Probablemente eso que te tomas, un simple antibiótico o un antiinflamatorio, pueda producirte más efectos secundarios que cualquier vacuna.
Recuerda: las vacunas salvan vidas.