La obesidad infantil afecta al 18% de la población infantil. El cocinero onubense Xanty Elías se ha propuesto combatir esta pandemia a través de la gastronomía consciente.
No es sólo la Covid la única pandemia que estamos sufriendo en este siglo. Hay otra, más silenciosa y más duradera que puede poner en peligro a nuestros hijos: la obesidad infantil. Según el estudio Aladino, de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición, el 40,6% de los niños entre 6 y 9 años tiene exceso de peso; y de estos, el 23,3% está en niveles de sobrepeso y el 17,3% sufre obesidad.
El tema está como para ponerse a pensar y decir: ¿qué están comiendo nuestros hijos? Desde hace años me ha dado por fijarme y escudriñar los carritos del supermercado. Y lo que veo no me gusta nada: demasiada comida procesada y exceso de dulces.
“Desde 2017, estando como estamos en un restaurante en Huelva, donde la clientela está acostumbrada a grandes productos con poca elaboración, nos cuesta hacer entender al cliente que los cambios de hábitos, comer de forma saludable y comer con consciencia es la solución para muchas cosas, y vimos que este concepto hay que hacerlo entender a través de los niños que es la generación que viene. Nuestro objetivo es que sea la generación mejor formada en gastronomía y todo lo que incluye este concepto, la salud y la nutrición”, explica Xanty Elías, chef de referencia en la gastronomía onubense.
Este concepto de gastronomía consciente ha llevado a este chef con estrella Michelín, a través de la Fundación Prenauta, que él Xanty Elías preside, a crear el proyecto Los niños se comen el futuro, un plan que nace con el fin de crear la generación mejor formada en salud, gastronomía y cultura del mundo.
Combatir la obesidad con cabeza
“Los niños –explica Xanty Elías– quieren comer algo porque vienen adoctrinados por una forma de comer anterior, lo que han comido y les ha gustado, pero ellos no saben cómo se produce eso que les gusta, y cuando les enseñamos cómo se cultiva y cómo se elabora y lo hacen ellos en persona obtenemos ese concepto de gastronomía consciente.
El niño no dejará de ver en las tiendas con patatas fritas, dulces, chocolates… pero él no sabe que tomar otro tipo de alimentación es beneficioso para sí mismo”.
Recuerdos gastronómicos
Es verdad que los niños aprenden lo que ven y que no tienen más recuerdo gastronómico que lo que han comido en su casa. “Nosotros, los mayores, podemos tener el recuerdo gastronómico de nuestras abuelas y nuestras madres, pero nuestros hijos, si no les enseñamos, pueden perder esa estela porque ahora se están comprando productos ya elaborados. No digo que sean malos. Recetas elaboradas hay muchas en el mercado y cuando los niños prueben unas croquetas, por ejemplo, no paladearán la receta de la abuela y tomarán como referencia gustativa esas croquetas que no eran hechas en casa sino compradas”, continúa el chef.
“El niño tiene que aprender que en el mercado se va a encontrar croquetas congeladas, croquetas frescas y luego tienes la posibilidad de hacerlas él. Y cuando sea consciente de cómo saben unas croquetas hechas por uno mismo, la posibilidad de que la empresa le engañe será menor porque tendrá criterio de selección. Aunque sí pueda conscientemente comprar las congeladas. Y aquella empresa que lo haga realmente bien se verá beneficiada”, explica Xanty Elías.
Cultura gastronómica, una asignatura para niños de 6 a 9 años
“Estamos a favor de la gastronomía consciente”, insiste el cocinero y, por eso, la Fundación Prenauta ha creado una asignatura para impartirla a los más pequeños, de momento en la comunidad andaluza.
Esta asignatura, llamada Cultura gastronómica, se imparte en horario de tutorías y lo que se pretende en palabras de Xanty Elías “no es enseñar al niño a cocinar sino que se haga consciente sobre cuál es su alimentación, y para ello utilizamos la cocina”.
Con el gazpacho aprenden geografía, historia y nutrición
Con esta herramienta, la cocina, se refuerza las asignaturas troncales. “Por ejemplo, en segundo de primaria hacemos el gazpacho, una receta tradicional en la cual el niño aprende los ingredientes del gazpacho, pero también aprende matemáticas porque estudian proporciones, a contar, a hacer los grupos de los elementos; también se interesa por la biología porque profundiza en cuáles son los procesos naturales de la tierra para que ese tomate o ese pimiento estén disponibles”, nos cuenta el cocinero onubense.
Tan sólo con un gazpacho estos niños tan pequeños aprenden historia porque estudian que el tomate llegó a España a partir del siglo XVI con Colón como un elemento del nuevo mundo, con lo cual antes del siglo XVI no existían recetas con tomate y también aprender geografía porque saben ubicar Sudamérica.
Y aprenden paridad porque el niño y la niña no se preguntan con 6 años porqué cocinas tú o porqué cocino yo, y profundizan en la pirámide nutricional básica, cuáles son los productos que debe tomar más a lo largo de la semana y empiezan a tener conocimiento sobre salud, qué alimentos le favorecen. Y también refuerzan la ortografía porque tienen que escribir . “Al final – remata el chef-, el niño cocina un gazpacho, pero el objetivo no es que cocine el gazpacho sino que aprenda que es un gazpacho hecho por él”.
Evitar la pandemia de la obesidad
Con todos estos conocimientos, cuando pasen 10 o 12 años ese niño será un consumidor que comprará en el supermercado y encontrará diversos tipos de gazpacho -congelado, UHT, fresco, andaluz, mediterráneo, pero también encontrará tomates, ajo, pimiento, cebolla, ajo, pan, etc. y sabrá hacer un gazpacho.
“Con esto también ayudamos a evitar la pandemia de la obesidad y cambiamos la forma de comer en las familias”, explica Xanty Elías.
De momento esta asignatura sólo se imparte a 8.000 niños andaluces. En primero de Primaria aprenden con una ensalada; en segundo, con un gazpacho y en tercero, con un puchero.
El año que viene su idea llegará a 90.000 niños y están cerrando la posibilidad de que llegue a muchos otros colegios españoles.