Por ella sí pasa el tiempo. Pero siempre está divina. Descubrimos los secretos de belleza de Isabella Rossellini.
El año pasado estuve en Roma. Paseando por el centro, una presencia que caminaba a mi lado entró en el radar de mi ‘sentido arácnido’. Era Isabella Rosellini. Y sí, impresionaba.
Entre otras cosas, por su absoluta sencillez y campechano carisma. A cara lavada, y con su pelo cortísimo, en su rostro no se apreciaba señal alguna de haber recurrido a la medicina estética. Isabella tiene arrugas, flacidez, ojeras, bolsas… Y una belleza clásica e incontestable que sencillamente levita sobre las ‘bajezas’ de los signos de la edad.
Todo un soplo de aire fresco y prácticamente un manifiesto contracultural, más tratándose de una embajadora de marca- muy-conocida. Aparte de la evidente genética que le acompaña, de ella emana ese ‘je ne sais quoi’ que hace tan atractiva a una persona. ¿Qué diablos hará esta chica?
La icónica embajadora de Lancôme Isabella Rosellini nos desvela sus secretos de belleza.
Para empezar, el entorno. Como sabes, el ‘ecosistema’ tiene un impacto capital sobre la piel: no es lo mismo vivir en una gran ciudad que en una villa en la ladera del Himalaya.
Isabella vive a 100kms de la Gran Manzana. En una granja orgánica que ella misma gestiona. De esa experiencia tan poco glamourosa a simple vista, nos cuenta: “me encanta cuidarme como cuido de los animales o las plantas. La sensación de cultivar unas flores o unas hierbas aromáticas se parece mucho a la de ponerse un perfume o aplicarse una crema. Cuidarse o cuidar un jardín aporta la misma sensación de bienestar”.
En medio de esta mística vegetal -que comparto plenamente a pesar de los sinsabores de cultivar en un despiadado balcón madrileño de orientación sur-, Isabella ‘se cuida’ de manera tradicional. Pero no te creas que mucho…
La actriz reconoce “aplicarse crema dos veces al día”. De Lancôme, obviamente: Rénergie Multi Glow, que “actúa sobre la microcirculación de la piel y da un tono rosado muy bonito”.
Para Isabella, el maquillaje es diversión, y aquí entra maquillarse únicamente por el placer de verse bien. Durante el confinamiento, por ejemplo, ha practicado este sano ejercicio, con especial hincapié en el maquillaje de labios (con L´Absolu Rouge, de Lancôme), como sistema para “acallar la voz que me dice que mi rostro ha cambiado con la edad. La verdadera elegancia es una expresión de lo que hay dentro de ti. Y si tus párpados se caen ¡píntate las pestañas!”
Los buenos productos y la maña al aplicarlos son clave para la legendaria y apacible actriz. También, por supuesto, la gestión de las emociones. “La felicidad es una disciplina más, y hay que practicarla”. Con esta bella reflexión nos despedimos, no sin antes desear ser ‘a su edad’ y ahora, tan inspiradoras como Isabella.