Nunca veías el momento de embarcarte en este ‘fregado’. Pues mira, ha llegado el momento de hacerte la pedicura en casa.
En estos días profundamente extraños y desasosegantes, nos hemos entregado en nuestras casas a toda clase de actividades nuevas. Una pedicura probablemente sea poco ‘exótica’, pero reporta sus beneficios en términos de bienestar. Sobre todo, si añades tu música favorita, un espacio a solas, y lo conviertes en un momento para ti. La pedicura es tan entretenida, que puedes meditar mientras tanto y todo.
Aquí va el paso a paso.
- Si ya tienes esmalte, retíralo con tu removedor habitual. A continuación, lima las uñas con la forma más bonita o atrevida que se te ocurra.
- Sumerge ambos pinreles en el precioso barreño con agua templada que habrás dispuesto para la magna ocasión. Para que este proceso sea más lujoso y relajante, puedes añadir al agua unas gotas de aceite esencial de lavanda, tomillo o romero fresco, aloe vera, o lo que buenamente tengas en tu despensa.
- Saca el pie que más rabia te dé. Vamos a proceder a exfoliarlo con algún scrub que tengas a mano. Puedes hacerte uno casero añadiendo un poco de azúcar a una cucharada sopera de crema hidratante corporal. Frota como si no hubiera un mañana (perdón por la expresión). Repite la operación con el otro pie.
- Procedemos al esmaltado. Aplica primero una base protectora para proteger la uña de la agresividad de las fórmulas pigmentadas. Deja volar tu imaginación (por ejemplo, con un nail art estilo libre o una uña de cada color) o bien sé clásica y apuesta por tu color favorito. Se trata de darte un mimo y hacerte pensar que estás empezando la casa por los cimientos (nunca mejor dicho). Remata el resultado con un top coat de brillo.
- Regálate un automasaje con tu crema corporal favorita. Añade unas gotas de aceite de almendras, de jojoba o de coco, si tienes, para que sea aún más untuoso y placentero. Sirve cualquier aceite que tengas para la cara. Recicla alegremente tus recursos y ¡pisa con garbo! El Nuevo Mundo está esperando.