El 93% de las españolas considera que la sociedad impone un canon de belleza a la mujer.
Melena exuberante, voluminosa y larga. Labios carnosos. Piernas esbeltas e interminables. 90-60-90 o cualquier otra proporción imposible sólo vista en superheroínas y personajes inspirados en el cuerpo humano que poco tienen que ver con la realidad. La juventud como condición imprescindible.
Corta y pega hasta encajar en este canon de belleza, o sufre.
Según un reciente estudio de Birchbox con motivo del 8 de marzo, las mujeres sienten una presión invisible por estereotiparse hasta encajar en cierto canon de belleza. Poco importan las campañas a favor de la belleza inclusiva, los pasos en pro de la libertad de elección sobre la depilación, o las pasarelas y editoriales de moda cuajados de perfiles poco (muy poco) convencionales. El cambio de mentalidad no sucede de un día para otro, no se barren siglos de construcciones culturales porque se empeñe una firma vanguardista. Estimulante motivo para seguir educando, visualizando, poniendo el dedo en la llaga.
De tanto en tanto, y según en qué momento de su vida les pille, las mujeres dirigen un intenso odio a partes concretas de su cuerpo. Las más aborrecidas, la nariz, las orejas y los brazos. Los caracteres sexuales secundarios, por supuesto: las tetas ocupan un lugar destacadísimo como fuente de conflicto con una misma, siendo el ‘complejo’ que más cirugías estéticas acumula en nuestro país.
Una consecuencia lógica del hecho ineludible de que, por mucho que estudiemos, conquistemos, revirtamos y dirijamos empresas, películas y nuestras vidas, la belleza sigue siendo la cualidad más valorada en una mujer, hecho que interiorizamos desde niñas y que asumimos hasta el punto de minusvalorarnos si no damos la talla.
No es de extrañar que la seguridad sea el valor más apreciado por las mujeres, quienes encuentran tremendamente atractivo ese ‘ponerse el mundo por montera’ que exhiben algunas afortunadas. El 72% de las españolas del estudio de Birchbox considera bella la seguridad en una misma.
Quizá no sea necesario pasar por quirófano para tener una nariz con carácter, ni imaginarse que sobran kilos, canas o flacidez, sino, sencillamente, trabajarse la autoestima y hacer de los ‘defectos’, virtudes. Nada más atractivo, ¿no te parece?